miércoles, 15 de abril de 2009

CARTA A PAPÁ, DONDE QUIERA QUE ESTÉ (1)

Hola Papá:
Anoche alguna gente te recordó, y claro, recordó entre sus recuerdos tus visitas y tu charla siempre cargada de emoción, de lecciones, de irreverencia contra el poder, de sabiduría y sobre todo, de profunda conexión humana. El hijo de tu amigo, el que te evocaba anoche, es ahora candidato a alcalde, papá. Me emocionó mucho ver a tu amigo y a su esposa, que siguen siendo personas buenas y sencillas, con un mundo de valores que les sale a la cara, porque como alguno de mis amigos dijo, uno tiene hasta los cuarenta años la cara que diosito le dió, y luego, la cara que se merece. Los padres del candidato, papá, aún andan en bus y no se les ha subido nada a la cabeza, con lo cual se echa de ver que no son los papás del candidato, sino que siguen siendo ellos mismos, papá.
Anoche caí en cuenta que tantas cosas han cambiado en el mundo desde que te mudaste al otro lado. Papá, no se si sabrás ya, pero un indio, obrero, cocalero y mal vestido es presidente de Bolivia. También tiene herencia de lo que tu amigo sindicalista Juan Lechín Oquendo sembró allá en aquellos altiplanos. El Salvador, papá, aquel de las 20 familias, el de los descamisados que no tenían lugar en el mundo ahora tiene un presidente del FMLN. Es verdad, suena increíble pero ocurrió hace menos de un mes. En Estados Unidos un negro es presidente, papá. Hace 18 años, cuando te fuiste, era impensable. Además ha dicho que hay que eliminar las armas nucleares, entre otras cosas ¿parece mentira, no?
Papá, ahora la palabra revolución, que tanto nos gustaba, y por la que dejaste tanta piel y vida en el camino, ya no es mala palabra. Parece que habrá un Banco del Sur, y que las iniciativas de unidad florecen entre las tierras de nuestra América. Cada vez somos más fuertes al sur, cada vez vemos más a la cara al norte, aunque nunca faltan las Malinches, que añoran los años en que eramos patio trasero, padre querido.
Papá, el hijo de tu amigo va a ser alcalde sin haber comprometido su ideario con nadie y sin haber recibido un quinto de ningún gran interesado, como era antes. Porque ahora la honestidad -nunca me he robado ni un centavo ni un minuto, te gustaba decir - sigue siendo buena palabra, pero ahora no es solo palabra, sino acción de gobierno.
Aún no tenemos, pero no dudo que tendremos, un mejor reparto de la tierra y una mejor vida para los campesinos. Aún nos faltan tantas cosas papá, pero esto apenas empieza y no vamos a retroceder. Y ya sé que me reconvendrás por abrir demasiado la boca, porque temes que un día llegue la reacción y suframos el exilio como te tocó vivir a ti. Pero soy tu hijo y nieto de tu padre y sabes que no me voy a callar. Te agradezco también ese legado.
Ayer, el padre del candidato me hizo recordar, como he recordado tanto en estos días, a Jacobo Arbenz Guzmán. Estos tiempos nuestros se parecen tanto, tanto a los de don Jacobo y a los tuyos. Luchas similares, los mismos enemigos con las mismas estrategias
Papá, tantas cosas por contarte, tantas cosas que han cambiado y que te van a iluminar los ojos. Te abrazo con nostalgia.
Manuel

4 comentarios:

Druida de noche dijo...

Yo tambien los recuerdo. Con su sonrisa grande y sus manos llenas de historias...

Manuel Jiménez Carrera dijo...

Es verdad,Druida, que buenos viejos tiempos...

Niña Gracielita dijo...

No conocí a tu papi pero estoy segura que esta orgulloso de ti, me emocionó mucho tu carta.

Gabipallares dijo...

Manuelito, tal vez en algún momento él se siente delante tuyo como un niño impaciente, a oír todas estas hitorias. Cómo no va a conmoverse una con semejante carta! Cuántas reuniones importantes dejamos de hacer, porque él venía a sentarse con nosotros y no queríamos que se fuera. A cuánta gente habremos plantado, por quedarnos desayunando tortillas con frijoles y crema agria, oyendo a ese hombre grandote de corazón, de cabeza y de talla de zapato, que nos embrujaba con sus historias.