tag:blogger.com,1999:blog-69483617224511135652024-03-13T17:02:52.391-07:00DÍMELO EN LA CALLEManuel Jiménez Carrerahttp://www.blogger.com/profile/13570799182104918687noreply@blogger.comBlogger40125tag:blogger.com,1999:blog-6948361722451113565.post-37139822870872696962011-07-09T15:13:00.001-07:002011-07-09T15:14:42.777-07:00BALADA TRISTE PARA UN MUNDO QUE MATA CANTORES<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhV5npiIL8XugCnWuuWaTEqd55MykY_j0gEZuBgn6xmBOo5QhlxCd12CpBR6GtaA2PbwCXBz7IuBJpPxmVR2hHLZLCqm7uzbUsdJXuI8VvFF-9sQdXfnMsXBRbPZN38En7RvZ3f-baIuc0/s1600/CAbral.jpg"><img style="float:right; margin:0 0 10px 10px;cursor:pointer; cursor:hand;width: 320px; height: 240px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhV5npiIL8XugCnWuuWaTEqd55MykY_j0gEZuBgn6xmBOo5QhlxCd12CpBR6GtaA2PbwCXBz7IuBJpPxmVR2hHLZLCqm7uzbUsdJXuI8VvFF-9sQdXfnMsXBRbPZN38En7RvZ3f-baIuc0/s320/CAbral.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5627479479054562514" /></a><br /><br /><br /> Al otro lado, solías decir, no hay que temerle porque allá están Gandhi, la Madre Teresa, Miguel Ángel... También estámLennon, que cómo vos cayo bajo las balas de un demente, porque dementes son todos los que empuñan un arma y escupen plomo contra su prójimo, porque la violencia es una patología y no parte de la maravillosa naturaleza humana. Porque el mal proviene de quienes pulen con sus dedos las herramientas con que se pavimenta el infierno y se asesina a las personas. Sin embargo y a pesar de ellos, vamos a seguir dándole una y otra y otra y otra oportunidad a la paz, porque no queda más salida. Facundo, tenemos algo de vos, todos y en la parte en que te llevamos dentro nos duele tu ausencia y nos duele un mundo capaz de propinarte a vos que le cantaste al amor a la vida, a la libertad y al sentido, una ráfaga que más que de plomo es de odio y de cretinaje, hermanos gemelos que en cuarenta años liquidó a doscientos cincuenta mil guatemaltecos mediante un bestial terrorismo de estado que que en sus formas mutantes ahora se ensaña contra la mejor de las cigarras. ¿Será suficiente tu muerte para que el mundo despierte un día y sepa que lo que le duele es un tumor en el lado de centroamérica, con metástasis en Palestina, Afganistán, Libia, Colombia y trazas en el resto del mundo?<br /><br /> No era serio para este mundo nominarte a vos, que habías dado tu vida a los más pobres de la tierra en la India y que habías cantado para que el resto no seamos pobres de alma, un premio Nobel que alegres pusieron en las manos sangrientas y desvergonzadas de Ronald Reagan y de las manos no menos manchadas del timorato Obama. ¡Valiente mundo!. Que nos salve la belleza que enseñaste a disfrutar por días, en cada gota de vida que nos viene, que nos va. Que cuando llegue encuentre aún algo de pasto en nuestras almas para alimentar su cabeza azul coronada de un solo cuerno cargado de esperanza. El cielo es un lugar mucho más interesante para ir, desde esta mañana, Facundo Cabral. <br /><br /> Te lloro, pero como el Whitman que tanto amabas también te celebro y te canto, me canto y me celebro.Manuel Jiménez Carrerahttp://www.blogger.com/profile/13570799182104918687noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-6948361722451113565.post-59072897444399320322011-07-05T10:35:00.000-07:002011-07-05T10:49:48.522-07:00ALFA Y OMEGA EN WALDEN STREET<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi95FzzEVhomM_XyngS796o4xffwv-wv1NUWQdQh8B4Kg3Q0a4JTxWOTQKEPMAC_sn3tFWA300P-nMz81SBD1FWoUwBjFjk3N79MoZwZ-sKXPw9aNAZ99dO-uwkK9qokP8FOk6r8aPhdmc/s1600/DSC.jpg"><img style="float:left; margin:0 10px 10px 0;cursor:pointer; cursor:hand;width: 320px; height: 240px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi95FzzEVhomM_XyngS796o4xffwv-wv1NUWQdQh8B4Kg3Q0a4JTxWOTQKEPMAC_sn3tFWA300P-nMz81SBD1FWoUwBjFjk3N79MoZwZ-sKXPw9aNAZ99dO-uwkK9qokP8FOk6r8aPhdmc/s320/DSC.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5625926559443012706" /></a><br /><br /> <br /> Te lo había dícho miles de veces. NI John ni Bobby eran tipos de confiar. No le habría confiado a Bobby ni una saco de víboras a pesar de su cara de boy scout y sus peroratas redentoras. Al fin y al cabo todos sabían que su padre estaba enrollado con la mafia y que él había levantado a punta de extorsión y sobornos la carrera de ambos, pero ese es otro tema. Yo estaba quebrado y tu muy ebria en el calor estival que apagábamos, tu con gin tonic, yo con bourbon en aquel bar al que ibas luego de filmar en el Sunset Blvd. Recuerdo el chasquido de tu manotazo sobre el mentón de Miller en aquel agosto del 60. Murmuraste algo que incluía la palabra “cabrón” en el sustantivo, mientras tus gorila embarcaba a Arthur en el Cadillac y lo mandaba a casa. Si hubiese sabido lo que vendría, no te habría extendido la fosforera encendida cuando sacaste el Virginia Slims y lo pusiste entre los labios. Te dije: Miss Monroe, qué placer!, se acuerda de mi? Y si, en medio de mi temblor de piernas dijiste: ¡Claro, eres el marchant que me ha vendido el Turner que tengo en la chimenea! ¡Es mi favorito! El resto fue cuesta debajo de ahí en más, porque no paramos de charlar y reir hasta despertar juntos al dia siguiente. Entrar por el costado oriente de Walden Drive tomado de tu cintura era demasiado pedir para un tahúr como yo que lo había perdido todo al Backgammon solo diez horas antes. Pero buena suerte en el amor, mala suerte en el juego. Junto al Spadena House, al pasar por unos setos en forma de arco un remezón del diafragma me sacudió y emití una especie de graznido avícola mientras tu te doblabas de risa y tu gorila nos seguía prudente en aquel auto enorme en que navegabas a diario.<br /> En el paso de agua que sortea el puentecito de Horton St. me empujaste contra el barandal y nos exploramos largamente las bocas mientras te apretaba la cintura con las manos haciendo un círculo sobre tu vestido de satén blanco. Nunca besé a nadie tanto tiempo ni sentí que perdía el sentido del tiempo y del espacio. Abría los ojos y volvía a tierra para obligarme a creer que era cierto. Estabas allí, más alla del delirio del bourbon y yo no quería más que tu boca, sé que nadie lo entendería. Es decir, estaba loco por ti, como todo hombre sobre la faz de la tierra, pero tu boca era el territorio que yo quería conquistar, porque todo lo demás habría sido un triunfo pasajero y yo te quería para mi y para siempre. Hablamos y nos besamos, nos besamos y hablamos por quién sabe cuánto.<br /> La verdad es que para entonces estaba bastante atropellado de emociones y de asombro y perdido para siempre. Fuimos a mi casa y nadie excepto tu gorila nos vio entrar. Encendí la radio y Dame Shirley Basey cantaba las primeras líneas de so in Love de Cole Porter:<br /><br />- Strange dear, but true dear, When I'm close to you, dear, The stars fill the sky,<br /> <br /> Te dije una cursilería que entonces me pareció brillante, aún me lo parece a veces… El amor limita con la muerte. Cómo diablos iba yo a saber de dónde me salió la frasecita que me tiene condenado de por vida, si existe esa posibilidad en la existencia que acarreo como un ropavejero sobre los hombros, desde hace tanto ya. El amor limita con la muerte. Ja. Si lo sabré yo. Fueron horas de besos antes de que volara por los aires tu vestido de satén y mi chaqueta de tweed. La tierra incógnita de tus labios era terreno seguro y había que expandirse hacia el sur. Siempre supe que estaría perdido al rozar tus labios. Lo que no intuí era que al tocar tu piel estaría condenado como lo estoy, a tantos años de tu partida. Besé tus pezones rosa, tu areola de niña y sabían a cóctel dulce con sal al borde de la copa, entre vapores enloquecedores de Chanel y carne. Te tuve, agradecido al Señor de los Cielos, hasta despertarme solo y saciado al día siguiente, con un taladro perforándome el cerebro, crudo y rosado como filete de salmón marinado con resaca.<br /> Me levanté como un demente a buscar una huella, un signo que me mostrara que no había sido un sueño ni el delirio del bourbon. Sobre la mesilla del teléfono estaba abierta, despatarrada mi agenda. Habías escrito con delineador un escueto Will be back, montado sobre números y direcciones, con esa letra infantil que aderezaba la promesa con un toque de travesura. Tan Marylin como en el plató y en los carteles de las marquesinas, tan niña-mujer, tan niña.<br /> Esperé como un demente, fumando kilómetros de cigarrillos y arrasando con todo el alcohol que California me puso enfrente. Volviste exactamente al día dieciocho, que era el límite que me había impuesto para tu espera. Desde el 17 en la mañana decidí estar limpio y sobrio para esperarte, porque mi intuición estaba alerta como nunca desde tu primer beso y ese hilo dorado de la eternidad me hacía saber siempre que vendrías o llamarías o enviarías un telegrama. Volviste. Pasamos todo el día en la cama, comiendo, viendo la TV y haciendo el amor de una manera extraña, mística que nunca conocí antes. Cuando estaba dentro de ti, dos serpientes de luz enredadas entre si, pugnaban por subir desde mi sexo hasta el centro del pecho y el éxtasis las disparaba hacia el centro de la frente ahogando mi cuerpo como si quisieran liberarme el alma del encierro terreno, Marylin, mi amada.<br />Decidimos llamar arcoíris al hilo que nos mantenía conectados en una misma matriz celestial, en n mismo plano de la eternidad. Sabía al otro lado de la línea el color de tu vestido, aunque llamaras desde el lobby del Waldorf Astoria, de costa a costa. Sabía, como se sabe caminar o rascarse la cabeza antes de dormir, detalles de tu vida anterior. Los nombres de tus amigos de adolescencia, el número de hijos de tu padrastro, la raza del perro que te regalaron a los once y cientos de cosas que al principio te estremecían, y luego tomabas como un juego de una magia que nos encendía a ambos en el pecho un atisbo del Misterio.<br /> Conocí entre tus brazos la sustancia que sostiene pegadas a las estrellas en la bóveda ¿Cómo y para qué volver de ahí al mundo de la pequeña mezquindad de la gente ordinaria que apenas sabe atarse los cordones y tomar café y comprar baratijas a los mexicanos del downtown? Dejaste de ser la estrella desde aquel abrazo en el puente de Walden St. y empezaste a ser mía, aunque leyera en Time o en Life tu romance con Montand o tu divorcio de Miller y tus escarceos con Di Maggio que ya era tu ex desde tiempo atrás. No me importaba. Nadie sino tu y yo compartíamos a la serpiente de fuego que nos volaba la cabeza dos, tres, cuatro o cinco veces al día. Además, hicieras lo que hicieras, ya lo sabía. Así supe que te irías y mil rayos me partieron de dolor el alma cuando al final de la noche, luego de un estreno, viniste a quedarte conmigo y en el clímax supe que te perdería para siempre, que te irías para siempre. Un ángel de alas negras guardó la puerta del dormitorio toda la noche sólo dejándose ver por mi.<br /> Dicen que fueron los barbitúricos, yo sé que fueron John y Bobby y su máquina infernal de dominio y muerte. El ángel era su ujier y su valet del otro lado y tú, ángel de alas blancas eras la chispa que podía acabar con todo lo que habían construido para si mismos. Pero más allá de ellos, estaba trazado, escrito en símbolos y colores, en el libro de la vida, en los cristales que guardan lo hecho y lo por hacer, tu encuentro conmigo, tu fuego, las serpientes y tu adiós sin despedida. La última noche, con un ángel por testigo bello como una promesa adolescente e implacable como una condena al paredón, te amé en todas las dimensiones posibles: cuerpo, espíritu, alma y conciencia del cosmos y vi al final de tu túnel carnal ese punto Omega donde confluyen el origen del Universo y su fin, los fractales de la Creación, la imagen multidimensional de todo lo existente. No vi a Dios, por supuesto. Vi el Mundo a través del ojo de Dios y supe que a cambio de tu cuerpo, muerto en pocas horas más, desnudo en ese 5 de agosto del 62, expuesto ante los que se creen tus semejantes, a cambio de él, Cordero de Dios que trae y quita los pecados del Mundo, se me iba a dar la condena de no poder morir para olvidarte. Como el argentino Borges que vio en una escalera el punto omega a la espera del amor de Beatriz Viterbo, así lloré yo por el Bulevar de Sunset y todos sus bares, tu partida y mi cárcel.<br /> Aún resuenan en mis tímpanos, como cañonazos las palabras que Lee Strassberg dijo llorando ante la tierra removida de tu tumba: No puedo decirle adiós a Marilyn, nunca le gustaba decir adiós. Pero, adoptando su particular manera de cambiar las cosas para así poder enfrentarse a la realidad, diré 'hasta la vista'. Porque todos visitaremos algún día el país hacia donde ella ha partido. Lee también murió años atrás, lo sabes. Pero se equivocó. Todos, menos yo, visitarán algún día el país hacia donde has partido. Todos menos yo.<br /> He sido bombero en Illinois, charlatán de malabares en Indiana y prestidigitador en Amberes. Pelé pavos en Antigua y Barbuda y quebré un banco en Bielorrusia. A cuarenta y nueve años de tu muerte, soy solo un yonqui (podría ser cualquier cosa) que toma ácidos con los hondureños de Hollywood Blvd. como sucedáneo y caricatura del punto Omega por el que vagaré sin ti hasta el fin de los tiempos, sabiendo que al otro lado del camino, en el revés del espejo de un dios cruel y menor, esperas por mi como yo por ti, conectado con mi hilo dorado al centro de tu vientre, Marylin, mi amor, mi vida.<br /><br />15 de enero de 2011Manuel Jiménez Carrerahttp://www.blogger.com/profile/13570799182104918687noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6948361722451113565.post-46843075364104712382010-10-23T07:35:00.000-07:002011-07-31T17:01:02.272-07:00Manuel Jiménez Carrerahttp://www.blogger.com/profile/13570799182104918687noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-6948361722451113565.post-31611797709078053432010-09-25T00:32:00.000-07:002010-09-25T00:33:13.444-07:00BLEED LIKE METiene una bala en la nuca y ha perdido abundante plasma y sangre, pero no la conciencia. Sé que el torniquete que intenté no podrá contener mucho tiempo más la hemorragia. Con su último aliento se ha aferrado a mi espalda para no caer de la moto en que llegamos urgidos por su agonía. Un hombre y una mujer lo han ayudado a bajar y lo colocan rápida pero cuidadosamente en una camilla. A falta de quirófano, se han apañado para atenderlo en una mesa larga, forrada de metacrilato. Deben ser ocho o nueve pero parecen una nube de manos y brazos atendiéndolo. Alguien ha extraído la bala, otros aflojan botones y cinturón y lo desvisten. Las mujeres que parecen más experimentadas, le limpian la sangre y toman sus signos vitales. -No es grave dice el más alto de todos, mientras contengo las lágrimas. No se preocupe, el especialista no tarda en llegar, comenta una mujer de ojos verdes. Salgo tembloroso a fumar tras la puerta y veo acercarse a un hombre con gafas cruzando la plaza a grandes trancos, mientras con movimientos seguros se va quitando de encima la mochila. Debe ser él, me digo esperanzado. Dos detectives muy jóvenes me preguntan quién ha sido, cómo sucedió, cuál es el móvil y yo solo intento una hilera de respuestas confusas que no terminan de convencerlos. Una mujer delgada y despreocupada me ofrece una cajetilla de cigarrillos, mientras tras la vidriera me crispa el horror al ver cómo el especialista saca del esterilizador una daga, luego un puñal, más adelante un alfanje y finalmente una enorme katana japonesa. Estoy paralizado pero siento el corazón saliéndose a vuelcos de mi pecho. La mujer del cigarrillo me detiene con las manos en el pecho y me tranquiliza:<br />- Tranquilo. Hemos salido muy bien de cosas mucho más graves<br />El especialista y sus asistentes están agachados sobre el herido y aunque quiero no perder detalle, las espaldas del gentío sólo dejan ver los destellos de metales afilados que se baten bajo la lámpara amarillenta. La mujer del cigarrillo me sonríe mientras yo, de puntillas me afano por ver algo tras el ventanal y me dice a la cara:<br />– en serio man, tranquilízate. El especialista sabe lo que hace. <br />Cuento cómo vuelan una, dos, tres horas y por fin un muchacho de cejas espesas sale a la puerta: - Pasa por favor- . Me cuentan cómo han cortado el tejido muerto y como han desinfectado las heridas y las han suturado. Respiro profundo al verlo descansar apacible y fuera de peligro. Al salir alcanzo a ver bajo la mesa pedazos inútiles de escayola y esparadrapos totalmente empapados en tinta. El especialista disfruta mientras limpia con prolijidad y papel, su instrumental. Se da vuelta despacio y sonríe con boca y ojos mientras me conforta con varias palmadas en el hombro, al tiempo que explica:<br />- Bien…, aunque estuvo cerca, te aseguro que tu cuento vivirá.Manuel Jiménez Carrerahttp://www.blogger.com/profile/13570799182104918687noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-6948361722451113565.post-79739049758876076962010-06-18T05:42:00.000-07:002010-06-18T05:46:39.354-07:00POBLACIÓN DE UNA GOTA DE AGUAGota, en camino al grano <br />de arcilla terminal,<br />el revés de tu mano<br /><br />Quirúrgica, orbital tu vida<br />Población de gota de agua<br />Atenas, un charco, <br />El cosmos un botellón, <br />gota de agua<br /><br />Centurias de ti <br />entre el alero y la calle<br />población, gota de agua viajera<br />de tu clavícula al vientre:<br />La Odisea,<br />gota<br /><br />Quién la deslumbrante<br />Quién el sabio en tu coloide secular<br />Gota poblada de habitantes<br />Agua, estrategia de la esfera<br />Agua, gota, aguaManuel Jiménez Carrerahttp://www.blogger.com/profile/13570799182104918687noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-6948361722451113565.post-78712398219124822262010-03-05T20:05:00.000-08:002010-04-14T20:12:33.693-07:00UNA NOCHE CON SISTER MORFINA<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgEYvY9XrdbFdoWQcYM0DZoY8EZfJOKDn3dsN0F6nKJo-DJLmdHGBvxtT4tb6pZAlpHnka3N0TSn2ihPtmYd6b5353LUgxQQz1p-cM9b2RpKPSn-6Lm-CljUrbdKggOFHO9Ybhopsw5XvA/s1600/untitled.jpg"><img style="float: left; margin: 0pt 10px 10px 0pt; cursor: pointer; width: 254px; height: 320px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgEYvY9XrdbFdoWQcYM0DZoY8EZfJOKDn3dsN0F6nKJo-DJLmdHGBvxtT4tb6pZAlpHnka3N0TSn2ihPtmYd6b5353LUgxQQz1p-cM9b2RpKPSn-6Lm-CljUrbdKggOFHO9Ybhopsw5XvA/s320/untitled.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5459884904808180658" border="0" /></a><br /><div style="text-align: justify;">El lunes, que había amanecido insípido y lleno de dudas, amenazaba con terminar dolorosamente<span style="font-style: italic;"> hardcore, </span><span> con tendencia a la baja y repleto de certezas afiladas</span><span style="font-style: italic;">. </span>Beto, armado de minuciosidad, paciencia, sangre fría y software gratis había confirmado con abrumadora evidencia, el romance de su mejor amigo y su mejor amante a las 20:30. Los había confrontado a cada uno por separado -a ella a las 21:40, a él pasadas las 11 de la noche- y después de preguntas, repreguntas, y evidencia en formato digital, había arrancado las confesiones de ambos. El sabor amargo del paladar, el intenso tufo de los treinta y siete marlboros en línea y la sangre medio curtida de adrenalida y rabia (sírvase frío) hacían el cierre de su campaña de dos días de investigaciones que se consagraban en un viaje personal al infierno en solitario y sin oxígeno.<br /><br />Sacó el viejo Toyota del garage, juntando su tos a los estertores tuberculosos del auto. Recorrió en vano, y midiendo cada paso, los bares en que algún amigo podría estar esperándolo sin saber, cerveza de por medio. Pero nadie sale los lunes, ni siquiera los martes o los miércoles, cuando estás la tristeza te ha dejado herido de muerte. Fue al cajero, retiró los últimos doscientos dólares de la quincena y puso proa al norte, rumbo a Pigalle Nights, con el ánimo de quien espera colonizar El Dorado. Entró directamente al baño, se humedeció el pelo y lo echó hacia atrás. Metió la camisa dentro del pantalón y acomodó su paquete para hacerlo lucir más voluminoso, gesto inútil en la barra de un bar de reputación como el Pigalle, donde resultaba más estimulante el tamaño de la cartera. Encendió otro cigarrillo y la bocanada profunda repletó los alveolos de nicotina, neón y algunas lentejuelas rojas del escote de la rubia que dijo llamarse Claudia. Se apoyó en la barra y canjeó el ticket por dos Absolut con jugo de naranja que sabían a pólvora amarga con matarratas. Ella dijo que era de Pereira y el le dijo que era escritor. Mintieron por media hora más, entre caricias y palabras que sonaban a coro de querubines punk. Ella simulando credulidad y amor, el ofreciéndole el papel estelar en la siguiente novela y una vida de devoción, si la musa aceptaba escapar a México a la mañana siguiente con él. La habitación a la que subieron era más bien lujosa y decorada con cierto gusto a revista del corazón. Entre ropas que caían y un deslave de manos y labios desbocados, Beto preguntó:<br /><br />-¿Cuál es tu nombre verdadero <span style="font-style: italic;">Claudia</span>?<br />- Sister Morfina, mi amor, pero no le digas a nadie<br /><br />Amó a Claudia en cuerpo y alma durante la primera hora, luego le hizo el amor la segunda y se la folló a secas la tercera, mientras el cuenta kilómetros se aproximaba a los ciento sesenta dólares. Meditó, con el último cigarrillo, que quizá esa seguidilla era el orden evolutivo del amor en el mundo de los vivos, y que si dividía en cuatro los años de matrimonio con Stephanie, la secuencia era matemáticamente la misma, aunque la consecuencia fuera desigual.<br /><br />Pensó, sonriendo de lado, que acababa de vivir los doscientos mejores dólares de su vida, sin contar las pildoritas de speed - cortesía de la casa- que Sister le había puesto bajo la lengua y que le habían revelado como en una epifanía, que la felicidad era solo cuestión del químico adecuado, en el momento preciso, bajo condiciones estándar de temperatura y humedad, oh Claudia.<br /><br />Al salir, se alborotó el cabello, cerró el zipper de la chaqueta hasta el cuello, hizo toser al Toyota, y se dijo:<br /><br />- buen título para un cuento: Una noche con Sister Morfina.<br /></div>Manuel Jiménez Carrerahttp://www.blogger.com/profile/13570799182104918687noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-6948361722451113565.post-43491737660565120072010-02-25T11:45:00.000-08:002010-02-26T15:53:03.546-08:00EL REGRESO O MAMI YA NO CREO EN NADA O LO QUE ES LO MISMO, OCUPEN SU LOCALIDAD<div style="text-align: justify;">Un blog es un circo. Los payasos hacen maromas, la mujer barbuda hace malabares, el enano recepcionista echa bromas pesadas. El fortachón del mostacho carga quinientos kilos y los trapecistas flotan tomados de las yemas. Pues bien, los payasos perdieron su <span style="font-style: italic;">charm</span> y se agriaron, la mujer barbuda se sometió al láser, el enano entró a tratamiento tiroideo, el fortachón se travistió y pasa fríos en la calle Calama, los trapecistas tomaron san pedrito y se reventaron en el piso y las musas, las peores de todas, se hicieron putas y luego de montar una bien armada red de tráfico de metanfetamina, se fueron a inspirar a un blogger adicto al fútb0l. Así que he liquidado a toda esta bola de traidores e hijos de puta siniestros y faltos de oficio, y la depuración casi me ha costado el pellejo, pero <span style="font-style: italic;">i´m fucking back</span>, por un largo rato más.<br /><br />Así que con el flaco Sabina, que fue el único que nunca me dejó, les decimos:<br /></div><br /><span style="font-style: italic;">Ocupen su localidad y presten todos atención</span><br /><span style="font-style: italic;">a punto está de levantarse el telón.</span><br /><span style="font-style: italic;">Aprenderán aquí todos los misterios del amor</span><br /><span style="font-style: italic;">con el señor Casanova y su eyaculación precoz.</span><br /><span style="font-style: italic;">Perversas vírgenes rubias se masturban para usted</span><br /><span style="font-style: italic;">mientras sus gordas madrastras les preparan de beber.</span><br /><span style="font-style: italic;">También contamos con la inestimable participación</span><br /><span style="font-style: italic;">del enano de la Orquesta Mondragón.</span><br /><span style="font-style: italic;">Hermosos jóvenes nazis bailarán un rock and roll</span><br /><span style="font-style: italic;">con un famoso travesti capitán de la legión.</span><br /><span style="font-style: italic;">Más tarde alguna muñeca toda vestida de azul</span><br /><span style="font-style: italic;">se quita su camisita y su breve canesú.</span><br /><span style="font-style: italic;">También contamos con la inestimable participación</span><br /><span style="font-style: italic;">de Ivonne de Carlo y Jack "el destripador".</span><br /><span style="font-style: italic;">El joven marqués de Sade actuará a continuación</span><br /><span style="font-style: italic;">sodomizando a una monja del sagrado corazón.</span><br /><span style="font-style: italic;">El conde Drácula chupa sangre de un espectador</span><br /><span style="font-style: italic;">cuando se escuchan disparos y muere el apuntador.</span><br /><span style="font-style: italic;">Ocupen su localidad y presten todos atención</span><br /><span style="font-style: italic;">a punto está de levantarse el telón.</span><br /><span style="font-style: italic;"></span>Manuel Jiménez Carrerahttp://www.blogger.com/profile/13570799182104918687noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-6948361722451113565.post-75871716702986582402009-10-13T12:47:00.000-07:002009-10-13T12:48:42.468-07:00UN CLÁSICO OPORTUNO<object width="425" height="344"><param name="movie" value="http://www.youtube.com/v/Dbh_k5GLRuQ&hl=en&fs=1&"></param><param name="allowFullScreen" value="true"></param><param name="allowscriptaccess" value="always"></param><embed src="http://www.youtube.com/v/Dbh_k5GLRuQ&hl=en&fs=1&" type="application/x-shockwave-flash" allowscriptaccess="always" allowfullscreen="true" width="425" height="344"></embed></object>Manuel Jiménez Carrerahttp://www.blogger.com/profile/13570799182104918687noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-6948361722451113565.post-30094403840718671282009-10-06T08:58:00.000-07:002009-10-06T10:08:43.675-07:00DOS NIÑOS BORDEANDO UN LAGOEn los altavoces suena repetida hasta el cansancio una canción de Los Iracundos"te llamé, porque hace un año, que no hablamos..." y los niños se lanzan arena y risas., ajenos al mundo. Tienen ocho años cada uno y el sol es una promesa y no un látigo para sus espaldas llenas de gotas y arenitas. Corren, bordeando el lago, en la frontera entre el agua y la sed, entre la playa y el agua. El lago de Izabal es un pequeño mar de agua dulce, con olas y arenas candentes y con una playa sin sal, desde donde no se mira la otra orilla.<br />Los niños arden por dentro, contaminados con un fueguito azul, que no saben nombrar. Las almas, pequeñitas como luciérnagas, ni parceladas, ni vendidas; los ojos asombrados el uno de su reflejo en el otro. El se atreve, audaz, y la toma de la mano. Ella no dice nada y sigue corriendo, a su lado. Él enrojece por su atrevimiento, y la suelta. Nunca las bocas compartirán alientos, nunca un abrazo cruzará la frontera de humedad, porque aún su hora no ha llegado. Ella le dice mirándolo a los ojos con intensidad:<br /><br />-¿Y por fin, te vas a decidir?<br /><br />Yo me quedo sin mover un músculo, esperando la secuela de esta frase, extraña a los ocho años de edad. Él ha enrojecido como un tomate a término y rígidos los músculos, baja la mirada. Ella lo remata con otra frase, mientras la arena dorada cae como bendición de su cuerpecito de ángel en capullo.<br /><br />-¿Me vas a tratar de tú, o me vas a seguir tratando de usted?<br /><br />Me los llevo en una foto, para revisarla detenidamente en casa, esperando descubir en ella y recuperar para mi, si posible, la mirada del asombro.Manuel Jiménez Carrerahttp://www.blogger.com/profile/13570799182104918687noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-6948361722451113565.post-1110729902054138612009-10-04T21:13:00.000-07:002009-10-04T22:46:00.314-07:00EDIFICIOS NEGROS<div align="justify">El cortejo de damas de compañía bajaba al salón principal bajo un pesado manto de silencio y desolación, igual al que se le había impuesto a toda la población, aquella tarde soleada del 9 de septiembre de 1541, en que fue nombrada gobernadora de Guatemala la <em>Sinventura </em>Doña Beatriz de Alvarado. Pedro, su esposo, conquistador de las tierras de Guatemala y su gobernador hasta días antes, había perdido su buena estrella y la muerte, que tantos indios había liquidado encaramada a la grupa de su caballo se le había puesto enfrente en la batalla de Nochiztlán, para convertir en viuda a Doña Beatriz.</div><div align="justify"> </div><div align="justify"></div><div align="justify">-<em>Id y pintad del más negro aceite todo palacio y no dejéis en la ciudad vestigio de granates ni azures, que lo que Doña Beatriz llore, hasta las ventanas lo lloren en su auxilio</em>.</div><div align="justify"></div><div align="justify"> </div><div align="justify">Desolada, había mandado a pintar de negro el edificio, los aposentos, y las principales casas de Santiago de los Caballeros de Guatemala, para imponer a todos la espesura lúgubre de la tristeza en que agonizaba su viudez. Varios días, las lluvias desparramaron como lagrimones, los restos de pintura por entre los cantos rodados de las calles, y se metieron por las cerraduras en las casas de los nobles y en su vista, rodeada de negritud y noche. Las casas de los indios siguieron como si tal, llenas de noche como estaban desde el asombro del primer arcabuz y el primer caballo vistos, rojo el corazón por la muerte del tirano.</div><div align="justify"></div><div align="justify">Cuarenta días dicen que duró el Jesús que Alvarado había traído, sin comer, en el desierto, luchando contra el demonio. Cuarenta nomás, pensaban los indios, acémilas de dos patas del barbado, milagrosamente sobrevividos del hambre, muchas veces cuarenta días con sus noches y sus latigazos por raciones de a cientos. La mancha negra, lo cierto, es que se tomó las raíces en las milpas y todo el maíz se volvió negro, el cristo pálido de Catedral, negro se volvió y la corriente bajada del Volcán de Agua, no solo que se hizo negra, sino que además empezó a volverse cuesta arriba, sin saber que aquello era contra natura y cuestión de diablos. </div><div align="justify"></div><div align="justify">Cuarenta horas nomás duró Doña Beatriz en el trono, pero no las sintió volar, de tanta lágrima que había agotado hasta el aliento de las campanas. Triste, cegada por la pena y la traición de la muerte enamorada, antes aliada y ahora amante en la ceniza postrera del cruel Don Pedro. Dicen algunos que el volcán, saturadas sus vísceras de negritud, no pudo contener más oscuridad y devolvió a la tierra magma y fuego amarillo y rojo, de la mixtura de su entraña, para quitarle el luto a los demonios de a caballo y devolverle el color a los hombres de maíz.</div><div align="justify"></div><div align="justify">Así la encontré yo, a Ciudad Vieja, sepultada más de cuatro metros bajo el lahar ya olvidado. pero repletas las paredes y las plazas de colores y brillos. Solo Doña Beatriz, de negro profundo hasta sus tuétanos, enterrada viva en su aposento de linaza y negro de humo, aun llorando lagrimones negros por el amor sin regreso, indiferente ante el llamado viejo de la muerte. Los hombres de maíz, tomando atole dulce y bailando con sombreros con mujeres de maíz y atole y granate y azures, también bajo el ala del sombrero. Y el corazón, que no entiende lo que de historia entiende la cabeza, con ganas de bailar por el fuego, y por el oro y grana que con que el volcán devolvió los colores a esta tarde de octubre, y el mismo corazón ahora sombrío y con ganas de pintarlo todo de negro, no por el maldito Don Pedro, -el demonio lo tenga esclavo-, sino por Doña Beatriz, a quien en el valle de Almolonga, yo, venido de tan lejos, soy el único que la oye llorar el amor que no regresa.</div>Manuel Jiménez Carrerahttp://www.blogger.com/profile/13570799182104918687noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-6948361722451113565.post-8627118204278752572009-10-02T22:24:00.000-07:002009-10-03T00:11:29.154-07:00DOS LADOS TIENE UN ESPEJO<div align="justify">Salir al a calle en San Salvador parece, según se percibe, una aventura mayor aún que caminar solo por la capital guatemalteca. La Mara Salvatrucha y la M18 son los nuevos amos del asfalto y el cemento. Desde la prisión, sus líderes han convocado a golpear los barrios de clase media alta con secuestros express, robos de autos y asesinatos. A la Mara no se ingresa, se<em> brinca. </em>De la Mara no se sale, uno simplemente <em>se tranquiliza. </em>Esto significa que uno se ha convertido en siervo de Jesús, sin haber dejado la Mara. Uno va al culto, aplaude, llora, reza, cae postrado de rodillas, pero si se es convocado a un asesinato por el líder de la Mara, se debe cumplir con el compromiso de sangre. A la Mara, si se es hombre, se brinca recibiendo una golpiza por parte de los demás colegas. Si se es mujer, se hace <em>el trencito, </em>que implica tener sexo con todos los miembros del colectivo marero, en una sola <em>jam sesion</em>. </div><div align="justify"> </div><div align="justify">Salir a la calle es una aventura para dementes o alucinados. Se sale, desde los barrios altos, en auto propio solo a los <em>malls</em> o a sitios cerrados, de los mismos barrios altos. Si uno decide, como Armando y yo, salir al centro, se llama un taxi. Armando lo hace por los dos:</div><div align="justify"> </div><div align="justify">-Por favor, un taxi para el Alcázar- lo dice en su mejor acento cubano- pero sin ninguna identificación de taxi</div><div align="justify"> </div><div align="justify">Le pregunto el porqué.</div><div align="justify"> </div><div align="justify">-Porque si tu tomas un taxi significa que tienes dinero, entonces te bajan del taxi y te asaltan y probablemente te matan.</div><div align="justify"> </div><div align="justify">Subimos al Sentra blanco, el hombre de piel cetrina y de mirada fría nos saluda con amabilidad profesional, pero con enorme distancia.</div><div align="justify"> </div><div align="justify">Llegamos a la interesección del Blvd. Arnulfo Romero y la 2a. Oriente. La catedral de dimensiones colosales se presenta como una montaña en medio de una centro urbano descuidado, tomado por el óxido y el abandono. Ascendiendo por la escalera atrial del templo, en el que no se puede -ni se debe-tomar fotos, evoco imágenes de la premiada "Salvador" de Oliver Stone y del "Romero" protagonizada por el inolvidable Raul Julia. Un escalofrío me recorre el espinazo, mientras me acerco al magnífico altar donde cayó asesinado el mártir, bajo las balas de los escuadrones de la muerte, que luego alimentaron las bases del partido ARENA. Armando me hace una seña y me paro disimuladamente, entre su celular con cámara y el presbiterio. En el preciso momento en que suena el clic, alzo a ver la enorme cúpula y pido al alguien o a algo allá en lo alto, por el alma del querido Monseñor. El portero que barre cerca de los muros del retablo pictórico nos mira con sospecha.</div><div align="justify"> </div><div align="justify">Al salir, miro las estampas con la imagen de Romero y los libros, mientras Armando me comenta:</div><div align="justify"> </div><div align="justify">-El del taxi estuvo veinte años en el ejército, por eso es que yo no le doy mucho carrete sobre algunos temas.</div><div align="justify"> </div><div align="justify">Por supuesto, yo si que decido hacerlo hablar y empiezo por hacerle a Armando un comentario inocuo, casi aséptico, a manera de jalalenguas para el conductor.</div><div align="justify"> </div><div align="justify">-¿Alguna vez la guerrilla estuvo combatiendo en San Salvador?</div><div align="justify"> </div><div align="justify">El taxista irrumpe en la conversación y se suelta a decir:</div><div align="justify"> </div><div align="justify">- Dos veces: En la ofensiva del 81 y en lo que ellos llamaron la Ofensiva Final en el 90. Fíjese que atacaron en todo el país al mismo tiempo. ¡Cómo costó sacarlos de la capital! Estaban en las casas, se ponían la ropa de los dueños para confundirse, se subían a los edificios y desde ahí disparaban a la policía y al ejército con silenciadores. Los helicópteros va y va de volar, pero no los veían porque no estaban en las terrazas, sino en las ventanas. Já. Fue jodido...</div><div align="justify"> </div><div align="justify">Le pregunto si combatió.</div><div align="justify"> </div><div align="justify">- Primero en la policía, un año, luego en el ejército. Nos mandaban un año al frente, aunque fuera para dirigir el tránsito luego. A mi me mataron un hijo, de cinco años.</div><div align="justify"> </div><div align="justify">La edad de mi nena pequeña, me digo y no puedo menos que conmoverme, aunque mi corazón esté, como debe de estar, a la izquierda.</div><div align="justify"> </div><div align="justify">- Fíjese que un amigo mío era experto en bombas, sabía como hacerlas de todo tipo y tamaño y estaba en la fuerza. A el, alguien lo denunció como guerrillero, y los mismos soldados, sin investigar, se fueron para su casa y mataron a toda la familia, siendo que eran compañeros de él. Cuando el hombre vio aquella matazón, se volvió al cuartel. Puso una bomba en el casino, otra en la gasolinera del cuartel, otra en la puerta por donde pasaba el general. A las mismita hora, activó todas las bombas y voló todo aquello. En ese instante se fue del cuartel, directito para el monte con los combatientes, y ya no volvió a saberse de él.</div><div align="justify"> </div><div align="justify">Me cuenta también que tuvo amigos que se fueron al monte, y ahora mismo hay en la empresa de taxis, un exguerrillero y dos ex militares, y todos se llevan bien. </div><div align="justify"> </div><div align="justify">- Pasa el tiempo y uno ya ni se acuerda, eso ya quedó en el pasado.</div><div align="justify"> </div><div align="justify">Armando le da las indicaciones para ir al Museo de la Memoria Histórica. Llegamos luego de un par de preguntas en la calle. Entramos y en el mostrador que nos recibe una muchacha conversa con un hombre de mi edad. Ella le está contando una anécdota del conflicto, y nos dice</div><div align="justify">- Este mes es gratis el ingreso</div><div align="justify">- Genial- digo yo con acento ajeno</div><div align="justify">- Ah, pero si son extranjeros les cuesta un dólar</div><div align="justify">- Yo como Serrat, no me siento extranjero en ningún lugar- digo- donde haya lumbre y vino tengo mi hogaaaar- canturreo, mientras los cuatro nos reimos.</div><div align="justify">- Ah, pero eso no cuenta, me responde, a la vez que su compañero me pregunta de donde soy. </div><div align="justify">- De Ecuador- le digo, como buscando complicidad</div><div align="justify">- Ah, ¿pero sos de Correa, o de la contra?</div><div align="justify">- Mira, si fuera de la contra, no estaría aquí sino en el mall- le digo y nos volvemos a reir todos.</div><div align="justify"> </div><div align="justify">El museo tiene una exposición temporal de Salarrué, que se convierte en un hallazgo literario para mi, con sus hermosos textos y su sensibilidad de poeta, pintor y su misticismo universalista. Al fondo, encuentro mi tesoro, que es la recreación de Radio Venceremos, con los equipos originales desde los cuales se transmitía a gran parte de América Latina y por supuesto a las montañas salvadoreñas, la versión insurgente del conflicto, sus entrevistas, su inyección de ánimo y su moral revolucionaria. Las fotos y el montaje son sencillos, pero impactantes. Las caras jóvenes, casi niñas, de los insurgentes, el entusiasmo épico, imposible ya en estos tiempos de heroismos invisibles. En varias de las fotos está Santiago, sobrenombre de guerra del periodista venezolano Carlos Henríquez Consalvi, quien tuvo a su cargo la operación y dirección de la emisora. Me asombra saber que nunca pudo ser detectada, ni por el ej{ercito ni por los gringos, porque estaba bajo tierra, y sus antenas, camufladas al interior de un enorme árbol y protegida además por la complicidad de algún espíritu maya.</div><div align="justify"> </div><div align="justify">Armando y yo salimos al mostrador, elegimos un par de libros y dvd´s cada uno, y en ese momento nos topamos de manos a boca con el propio Santiago que sale del museo. Conversamos un par de palabras y le pido tomarme una foto con él, que accede gustoso y cruza el brazo encima de mi hombro en actitud familiar que queda grabada en el Nokia de Armando.</div><div align="justify"> </div><div align="justify">La mañana está por agonizar y nos bajamos en la Gran Vía, un impresionante mall, de jardines, golfitos, paseos y guardias, a tomar el mejor café local y a seguir resolviendo el mundo, tras de una vidriera muy elegante, con una hermosa arquitectura como panorama y la visión de las mansiones con helipuertos del monte vecino, donde según me dice Armando, viven las 12 familias que han controlado este país antes, durante y después de la guerra. </div><div align="justify"> </div><div align="justify">Ahora, el FMLN es gobierno y Mauricio Funes, un presidente con tres meses de ejercicio y un tino enorme para manejarse en este país donde los odios políticos parecen haber amainado, sin dejar de palpitar, y donde tres millones de armas están en manos de la mitad de los seis millones de salvadoreños. Reflexiono y pienso que ahora estoy en el mall, no en el museo, pero que sigo sin estar en la contra ecuatoriana. He sobrevolado muy levemente los dos lados del conflicto armado y he estado en los dos lados de la vida y de la muerte en solo una mañana centroamericana. Pago los dos cafés empuñando la poco heroica y muy <em>fucking </em>tarjeta de crédito. A Armando le gustaría presentarme a su amigo, el hijo de Roque Dalton, pero parece que anda filmando algo en los Estados Unidos. Guardo la factura en el bolsillo trasero y bajamos a esperar a Olga que nos va a recoger en la puerta de la tienda que vende Ferrari, Maserati y Porsche para todo El Salvador. Me rio hacia adentro y me repito burlona y mentalmente ... <em>todo El Salvador . </em> La vidriera quita el aliento con modales pornográficos. Compruebo que en mi sobre manila estén mis libros sobre Radio Venceremos, mis vídeos sobre el conflicto, y le hecho una mirada casi obscena al Porsche Speedster 256 que me hace un guiño plateado y clásico desde detrás del vidrio inalcanzable. Compruebo, antes de subir al auto de Olga, que mi pasaporte está en el pantalón y que mi corazón sigue estando a la izquierda y que allí anida todo el resto del El Salvador, que no cabe en la vidriera.</div><div align="justify"> </div><div align="justify"> </div><div align="justify"> </div><div align="justify"> </div><div align="justify"> </div>Manuel Jiménez Carrerahttp://www.blogger.com/profile/13570799182104918687noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-6948361722451113565.post-87759840438160900882009-10-01T22:42:00.000-07:002009-10-01T23:31:09.754-07:00CARNE DE FRONTERA<div style="text-align: justify;">El Tica Bus es cómodo, enorme y climatizado. El viaje se desarrolla con morosidad y bajo ramalazos de agua, me hace evocar un abanico de recuerdos ajenos . El paso de frontera es muy ordenado y se deja Guatemala con la sensación de que no se la deja , pues la línea que la separa de El Salvador es inútil porque en la realidad, no divide casi nada. El ser ecuatoriano en esta raya arbitraria implica muchas cosas, ninguna de ellas favorable para el viaje. El revisor salvadoreño sube chequeando de puesto en puesto los pasaportes y las cédulas. Es cosa de segundos para los gringos, las francesas, el canadiense, los nacionales y los guatemaltecos. Me animo al ver que está por terminar, pero pronto se me va el entusiasmo cuando observo que revisa mi pasaporte con meticulosidad casi científica. Lo lee página por página, rasgo por rasgo, sello por sello. Comenta para si mismo:<br /><br />- estos colores están muy vivos... - Se refiere a mi visado guatemalteco, estampado en el consulado chapín en Quito.<br /><br />Mientras, me he puesto de pie, en parte para estirar las piernas y en parte para demostrar seguridad ante el escrutador funcionario.<br /><br />- estuvo en Venezuela...<br /><br />Le contesto con un si afilado y cortante, que le hace notar que fue en 1999 y que en ese año, estar en Venezuela solo significaba estar en Venezuela.<br /><br />- Tiene visa americana...<br /><br />En el exacto momento en que voy a decirle que si, pero que caducada, cambia la página y yo sobre la marcha cambio el guión y le respondo solo con un despectivo "Si".<br /><br />- Mire Don, ahí al lado de la venta de pupusas, hay un <span style="font-style: italic;">ciber</span>, sáquele copias a las páginas 1, 8 y 9 y regrese.<br /><br />Bajo de un salto las escaleras del Tica Bus y atravieso la Panamericana en tres trancos. Saco las copias y me cobran 20 centavos de dólar. Me siento en casa. Giro, corro y me detengo a comprar un paquete de pupusas de a 3 por un dólar. Subo al Tica Bus con mi trofeo aún caliente en la mano derecha, y las pupusas en la izquierda.<br /><br />- Mire Don- le digo- Aquí están las copias-<br /><br />- Ah, vah, ta bueno. Espéreme un momentito Don.<br />Está cargándole la mano un poco al gringuito de atrás que va con un nacional. No sé si son una pareja gay o un par de predicadores, también gays, pero no emparejados.<br /><br />-Ahora, atrás de la copia, póngale su nombre, los días que va a permanecer en El Salvador y la dirección a la que va a llegar. ¿Va a llegar a hotel?. Cometo el error de decirle que no, que llegaré a casa de amigos. Caigo en cuenta que tengo en el bolsillo la dirección de un hotel que anoté por si acaso, pero es muy tarde para dudar.<br /><br />-espéreme un momentito- le digo, -voy a llamar a mi amiga para que me diga la dirección.<br /><br />Marco el teléfono desde mi celular.<br /><br />-Olguita, hola, estoy en migración en el paso de frontera, necesito con urgencia tu dirección<br /><br />El bus entero empieza a molestarse, no con el revisor, sino con el extranjero, ya incómodo a estas alturas.<br /><br />Mientras anoto apuradamente la dirección en el papel, bajo la mirada atenta del revisor, que busca de algún signo de duda o nerviosismo, ocurre. Se cae al suelo la batería del teléfono y la escena de mi llamada parece absurdamente falsa, porque he seguido hablando mientras la batería ya estaba en el suelo. Me siento perdido, e imagino que protagonizo la secuela de "Expreso de Medianoche" en versión mesoamericana. Antes de que el pánico progrese, el gendarme me dice<br /><br />- Vah pues, bienvenido <span style="font-style: italic;">al</span> Salvador.<br /><br />Me siento aliviado, libre de la inminente cárcel turco- guanaca. El Tica Bus avanza contento hacia un atardecer glorioso, de postal, y en poco tiempo un letrero verde anuncia la cercanía de Santa Ana. Miro el maravilloso paisaje y me emociono recordando que mis padres vivieron su luna de miel y un año más, en esa ciudad. También me asaltan los recuerdos de la insurgencia y la guerra y todo se vuelve un mix coctelero que ataca directo al corazón. Abro el envoltorio de espuma y plástico de las pupusas y me llevo la la boca mi primer bocado del almuerzo, a las 5 pm. El infierno eterno ha comenzado en mis labios, lengua y paladar.<br /><br />- ¡La gran puta, esto está que quema! digo a voz en cuello<br />- Desde hace demasiado , joven, desde hace demasiado...- me responde la señora del asiento de atrás</div>Manuel Jiménez Carrerahttp://www.blogger.com/profile/13570799182104918687noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-6948361722451113565.post-34179164057330967562009-09-30T23:41:00.000-07:002009-10-01T00:54:32.788-07:00DE CHACALES Y CORDEROS<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgMqJXeJzvMFmw7jOD6etFPAxBOUqqhbINb58tgD2Dq0sJE9duOGIQyFO_C09W-LPOGypuFsDuBmom5VkZNwXmqxJl74W3ZwWRd_GBfuGvKtGCRcHVk0qsLpVfFigAsTLUqrfLM4wAdWZ4/s1600-h/guatemala.jpg"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5387536676407888642" style="DISPLAY: block; MARGIN: 0px auto 10px; WIDTH: 400px; CURSOR: hand; HEIGHT: 294px; TEXT-ALIGN: center" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgMqJXeJzvMFmw7jOD6etFPAxBOUqqhbINb58tgD2Dq0sJE9duOGIQyFO_C09W-LPOGypuFsDuBmom5VkZNwXmqxJl74W3ZwWRd_GBfuGvKtGCRcHVk0qsLpVfFigAsTLUqrfLM4wAdWZ4/s400/guatemala.jpg" border="0" /></a><br /><div align="justify">En el Chile de Pinochet se reconocen alrededor de 3500 detenidos - desaparecidos. En la Argentina de los Generales, la cifra sube a 35000. En la Guatemala de entre los 50 y los 90, los bandos reconocen entre 250.000 y 300.000 personas asesinadas, masacradas y desaparecidas. Uno de los más notorios represores, el General Efraín Rios Montt arrasó 440 aldeas enteras, con todos sus habitantes, en más de 600 masacres absolutamente documentadas mientras practicaba las formas más horrendas y estremecedoras de crueldad que recuerde la historia del género humano. El general ahora es congresista electo, lo que le garantiza inmunidad y pervivencia de su cacicazgo infame y su tutelaje sobre la pírrica democracia chapina. En muchas de las aldeas masacradas, el general obtuvo, años más tarde, notorias victorias electorales. Con un índice de analfabetismo del 31.7%, Guatemala lidera tristemente al continente, solo un poco detrás de Haití. En una de las aldeas borradas del mapamundi por éste tristemente célebre delincuente de clase mundial, obtuvo una victoria de más del 50% de votos válidos.</div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"> </div><div align="justify">- Si a mi los indios me adoran- dijo el general a la prensa. </div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><br /><div align="justify">Lo que omitió decir el general, es que sus activistas de campaña habían ido a hablar con los indígenas, sin ningún tipo de insignia o bandera que los identificara como mercenarios del FRG, el partido de Ríos Montt, y les habían dicho lo que repitieron en toda la república:</div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><br /><div align="justify">-Ustedes odian al General. Cuando tengan la papeleta en sus manos, táchenle la cara para que se sepa que no quieren que regrese.</div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><br /><div align="justify">Una vecina de la aldea ""Las RR" , que perdió a sus amigos y familiares en una matanza dice al ver que se están encontrando las fosas comunes y se hace antropología forense sobre los restos de sus muertos:</div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><br /><div align="justify">"Estoy admirada cuando veo que están excavando el pozo, porque pensábamos que la vida de nosotros no valía nada. Sentíamos que éramos animales y que con sólo hablar nos vendrían a matar. Bastante gente tiene miedo todavía. Pero ahora nos queda el aliento de que hay alguien que se acuerda de nosotros. A mí ya no me importa lo que me pase ahora si la verdad se dice". A mi tampoco.</div>Manuel Jiménez Carrerahttp://www.blogger.com/profile/13570799182104918687noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6948361722451113565.post-37027109059711781842009-09-29T00:08:00.000-07:002009-09-29T01:18:54.493-07:00PERO EL AMOR ES MÁS FUERTE<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEirK8DBDCT0Bqyb-rhbu2hW_xmJ_Acr_ma-evn3_90DA8yOlMXfxQsS2d8i7HDa2MdVt6W31C5eMyo2A-2eE9rumbZhmlehr74L3ER_gyNZXGznKbPW210S3RrxsuTto0UuGseP_NFDY6Q/s1600-h/DSC03109.JPG"><img style="margin: 0pt 10px 10px 0pt; float: left; cursor: pointer; width: 240px; height: 320px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEirK8DBDCT0Bqyb-rhbu2hW_xmJ_Acr_ma-evn3_90DA8yOlMXfxQsS2d8i7HDa2MdVt6W31C5eMyo2A-2eE9rumbZhmlehr74L3ER_gyNZXGznKbPW210S3RrxsuTto0UuGseP_NFDY6Q/s320/DSC03109.JPG" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5386797209183927010" border="0" /></a><span style="font-family:georgia;">A Pablo Lazarinni, amigo.</span><br /><div style="text-align: justify;"><span style="font-style: italic;font-family:georgia;" ><br /><span style="font-size:100%;">Pueden jurar que no es verdad</span></span><span style="font-size:100%;"><br /></span><span style="font-style: italic;font-family:georgia;font-size:100%;" > el viejo sueño de volar</span><span style="font-size:100%;"><br /></span><span style="font-style: italic;font-family:georgia;font-size:100%;" > pueden guardarte en una jaula, por nada</span><span style="font-size:100%;"><br /></span><span style="font-style: italic;font-family:georgia;font-size:100%;" > pero el amor es más fuerte</span><span style="font-size:100%;"><br /></span><span style="font-style: italic;font-family:georgia;font-size:100%;" > pero el amor es más fuerte</span><span style="font-size:100%;"><br /></span><span style="font-style: italic;font-family:georgia;font-size:100%;" > pero el amor es más fuerte</span><span style="font-size:100%;"><br /></span><span style=";font-family:georgia;font-size:100%;" >Tango Feroz</span><span style="font-size:85%;"><br /></span><br /><span style="font-family:georgia;">Querido amigo:</span><br /><span style="font-family:georgia;">Tantos lugares comunes, tantas frases hechas, pero ninguna te queda, Pablo, porque no eres alguien de lugares hechos ni frases comunes. Hoy que te fuiste, no te fuiste para terminar una vuelta de rueda, te mudaste a inaugurar otra, a mirar con intensidad las ruedas girar, como el viejo Lennon. Hace tan poco que enchufabas la guitarra y el micrófono y cantábamos <span style="font-style: italic;">Presente</span> de Vox Dei y <span style="font-style: italic;">El Amor es más fuerte. </span>Te miro partir, yo con lágrimas, tu con la alegría de vivir que nos dejas, pedaleando la bici hacia la mejor luz con tu cámara y tu guitarra, a vivir el asombro que llena tus ojos de niño, más bien de pibe travieso con el corazón aventurero y más nuevo que nunca. A la hora en que te ibas tarareando, yo tomaba una foto sencilla, esta foto de este bosque con saetas de sol, en la selva Maya, que te regalo ahora. Diste la pelea sin abandonar, paciente, vibrante y sereno hasta el momento oportuno de dar el salto hacia el otro lado. <span style="font-style: italic;">Break on through fo the other side</span>, cantamos en tu casa. Irrumpe al otro lado, no entres. Irrumpe, hermano querido, que el permiso va marcado en tu sonrisa que no se va. Que no te den un coro de ángeles, que te hagan calle de honor con guitarras eléctricas, bajos y batacas, porque el amor, que es más fuerte, se ha ganado ese tumulto feliz en tu alma llena de él y de todos nosotros. Hasta siempre amigo, ahora que sabes que el tiempo no se acaba y que la muerte, ese esperpento impresentable, no te puede contener. Me gustaría pedirte que te quedes, pero ya lo has hecho, te quedas en mi, te quedas en nosotros, te quedas en la mejor fotografía, en las canciones que seguiré cantando con vos y en el abrazo siempre sincero y con buena onda. En el último ensayo cantamos ..<span style="font-style: italic;">cuánta verdad hay en vivir, solamente ... el momento en que estás, si, el presente, el presente y nada más</span>. Cuánta verdad, hermano. El presente y nada más. Que mi abrazo, como el aliento de la vida, nunca se termine. </span><br /><br /><span style="font-weight: bold;"></span></div>Manuel Jiménez Carrerahttp://www.blogger.com/profile/13570799182104918687noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-6948361722451113565.post-52636532514525695682009-09-27T20:39:00.000-07:002009-09-27T21:46:57.677-07:00SOLO Y BAÑADO POR LA LUNA MAYA<div style="text-align: justify;">La plaza del pueblo huele a flores y a tequila. El trino de las golondrinas es estridente. Las campanas del templo suenan a rebato y estremecen hasta los cables del alumbrado. Los rasgos mayas florecen tras los huipiles y las sonrisas milenarias, languidecen en otras caritas pintadas y tristes. Decido visitar el portal republicano del edificio que dice "Municipalidad de Huehuetenango". Una marimba tocada por ocho músicos, más el bajo y la batería alegran el paso de dos borrachines diminutos que me escudriñan de arriba a abajo, sin medirse. La luz es tibia y me anima a atravesar la plaza repleta de vida. Al otro lado, Pepe, el maestro de la escuela, de pie en la tarima y con micrófono en mano, anima a la gente a dejar vituallas o quetzales en cash para conseguir setenta quintales de alimentos para los dos mil quinientos niños de Malacatancito, que se mueren de hambre en el cinturón de sequía de Guatemala. Dice Pepe, que lleva 16 horas sin descansar, que ese cinturón no es de sequía, sino de miseria. Y de vergüenza, pienso yo, mientras contengo la respiración para dejar un billete en su mano. La muerte, terca y seca, se resiste a mudarse a otra parte, enamorada como está desde hace tanto, del corazón del mundo Maya. Su chillido me duele en los tímpanos, pero la marimba ha conjurado su espanto, al menos por hoy, en mi alma, enamorada como está desde hace tanto, del corazón del mundo Maya.</div>Manuel Jiménez Carrerahttp://www.blogger.com/profile/13570799182104918687noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6948361722451113565.post-2621319924314071992009-09-26T21:04:00.000-07:002009-09-27T01:00:34.873-07:00DESVARÍO SOBRE UN DECOLAJE<div align="justify">Por fin se acerca la hora cero del viaje a Guatemala, y a medida que el reloj me acerca al 737 de Copa, me voy pareciendo cada vez menos al decidido e iconoclasta viajero que había decidido ser, porque una peste tropical de gripe común me ha pegado de lleno en la proa y ha convertido mi ánimo odiseico en un maremagnum de mocos, congestión y melancolía. Enfilo, con la poca dignidad que me dejan mi mejor camisa, aún limpia y los restos de perfume, todavía fragantes, hacia el asiento 21 D, en la esperanza casi teologal, de que las endorfinas y la distancia pudieran curarme el catarro. En la sala de preembarque del aeropuerto Mariscal Sucre de Quito, todos están actuando ya su happening - o al menos a mi me lo hace parecer así una fiebre tímida -para lucir cosmopolitas y <em>jetsetters</em>. Ya uno blande su iPhone, ya otro mece sus zapatos blancos y afilados (hey, pá, fuiste pachuco..) y un tercero -casi un pigmeo- grita en el móvil, una letanía triunfal sobre los setecientos mil mugrosos dólares que acaba de ganarse, y dá consejos políticos para que su interlocutor se los transmita "al pendejo de Zelaya". De modo que, voy acercándome a la Mosquito´s Coast, sin siquiera dejar el aeropuerto de enfrente de mi casa.<br /><br />El 21 D, es por supuesto, un asiento intermedio en el lado del avión que lleva tres asientos y no dos. A mi derecha una brasilera pasada de kilos y reflectivamente blanca y solterona, grita algo en portugués a sus padres que han ocupado la fila delantera del lado opuesto. Noto que abre la boca exageradamente al hablar, y pienso que sus padres con gusto donarían la mitad de su patrimonio al ministerio "Pare de sufrir" para que la poco agraciada y ruidosa hija, efectivamente, parase de sufrir en brazos de algún pasajero solitario y rijoso. El paisaje de la izquierda no es en absoluto más alentador. A mi lado va sentado el "Elder" Rivera, zapatos negros, traje azul con más del 40% de poliéster, camisa blanca, corbata azul y el estigma acrílico negro con letras grabadas en dorado, que revela que mi vecino es miembro activo de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. No solo miembro activo sino <em>Elder. </em>Si, Elder. Anciano. Ancianio dela Iglesia de ...blablablá..., que no pasa de los 21, y a juzgar por su delgada pero elástica y nada arrugada ancianidad -calculo rápidamente- debe alcanzar los 1.75 sobre el impecable y casi policial corte de pelo. Miro a la derecha, como suplicando auxilio y me encuentro con la brasilera, retorno desesperado mi cabeza a la izquierda y recibo la mirada condescendiente del "Elder" que me absuelve, seguro de su superioridad moral sobre mi. y mi arete de plata en mi pecaminosa y transgresora oreja izquierda, más bien su lóbulo. Entonces, manojo ya de nervios e inseguridad , saco mi teléfono caro, y oteo con las comisuras de los ojos -o con el rabillo de la boca, no lo recuerdo- a ambos engendros, convertidos tempranamente en el enemigo a vencer, aliados también con tempranura a mi gripe y mi poco heroico aspecto. Cargado ya, con un poco de seguridad socioeconómica en mi palma, empiezo a reenviar con frenesí los e mails que Diego, mi inmediato superior en la jerarquía de la junta de padres de familia del 1o. A - me ha reenviado diligente para tenerme al tanto de las cobranzas de cuotas, de las camisetas para la kermesse, y la decisión unánime de todas las madres, de elegir a <em>Tinkerbell</em>, como imagen icónica en nuestros pechos. Mis dedos se desplazan con soltura por las teclas y voy recuperando poco a poco la seguridad personal. Triunfo en mi batalla sobre la desesperanza al constatar que he reenviado 12 e mails en menos de cuatro minutos, y que la inspección de la sobrecargo me encuentra apoltronado, con el cinturón sujeto, el respaldo vertical y el equipo electrónico apagado y en el bolsillo. "Elder", quien no se ha enterado que libramos una guerra ideológica por el control de la fila 21, sufre las primeras bajas. En su beatífica certeza de hijo del señor y heredero de una parcela en la Salt Lake City de la eternidad, ha omitido presionar el botón que endereza la inclinación permisiva, moralmente condenable, del respaldo de su asiento sin decolar. Las sobrecargo se lo hace notar y yo, sin dejar de mirar al frente, como corresponde a alguien de mi respetable millaje, hago palidecer a la sonrisa más maligna de Jack Nicholson en el clímax de "<em>The Shining",</em> con mi más perversa, luciferina y sobrecogedora sonrisa de triunfo.<br />De la misma manera en que una batalla no es la guerra, ni una golondrina puede desarrollar un proyecto sostenible de verano, mi pírrico marcador contra las fuerzas del cinturón bíblico del señor <em>in the yuesei </em>empieza a tambalearse por un acontecimiento tan inesperado como dramático. Mi gripe, galopandpo ya en ancas del aire acondicionado del <em>jet </em>me ha arrancado un estornudo ciclónico, enorme, pantagruélico. Sobresalto a la nave, apenas despegada de Quito, con un estertor brutal que solo encuentra explicación, en la magnitud de la fuerza con que lo quise reprimir, con todo mi diafragma, con todo mi corazón, lo sabe Dios. Me abochorno, posmoderno, como se llenaría de sonrojo quien prendiese un <em>Ducados, un Gitanes </em>o un humilde <em>Lark en </em>medio de un estreno en Cinemark. Entiendo inmediatamente cuatro cosas:<br /><br />- He generado el pánico en la fila 21<br />- He descendido con estrépito desde la clase media, hacia las filas de los desplazados de la Tierra<br />- Es muy tarde para que los aterrorizados pasajeros hagan volver al 737 a pista,<br />- He pasado a ser el talibán del avión<br /><br />El amor en los tiempos del cólera, el horror en los tiempos de la <em>cuchi </em>gripe. Como me encuentro ralentizado por el acetaminofén, alcanzo a ver en fracciones de segundo, las reacciones vecinas, como en un slowdown de <em>the matrix.</em> El gordito quinceañero de adelante ha dejado de hacer chistes a su hermana adolescente y ambos contienen la respiración casi hasta la anoxia, y en el borde de la cianosis, mantienen aun la esperanza de que el virus se haya disipado cuando ya no puedan contener el aliento. Los brasileros y hastiados padres de la rolliza carioca regresan a verla con ojos de pánico, pensando en que "mejor solterona que muerta", y empiezan a buscarle asiento en otro lado, escrutando con avidos ojillos TV Globo. La sobrecargo se hace de la vista gorda y avanza con firmeza pero con disimulo hacia primera clase, cerrando la cortina con un aplomo que parece contener a los virus de un solo franelazo. Otros se preguntan si habré usado la mano o la parte interna y poilítaicamente correcta del codo para contener los 120 km. por hora de promedio, con que han salido rociados mis virus y buena cantidad de alveolos de mi propiedad. Con un solo movimiento de prestidigitadación , hago salir el resto de fluído nasal al pañuelo que previsivamente guardé en el bolsillo posteriora, además abro un doblez del pañuelo, expulso el moco remanente, presiono los dedos índice y gordo, los jaloneo hacia abajo, cierro el pañuelo y lo guardo perfectamente plegado en el bolsillo de la camisa previendo lo que presiento será una estornudadera a discreción . Todo ello en 27 milisegundos. Nada mal, pero sin embargo, todo ha sido en vano. Todo ser vivo dentro del fuselaje del Boeing ha identificado las coordenadas de la <em>ground zero: </em>el asiento 21D.<br /><br />En una guerra, la primera víctima es la verdad. Aunque yo sé exactamente que es un catarro estacional, y que es mi tercer día de evolución, y que el flujo nasal es matemáticamente igual cada año, los demás no tienen porque saberlo, y en tiempos de las guerras preventivas y de las doctrinas Bush y Uribe, hay que adelantarse a los hechos y es mejor pensar -conatradiciendo los más elementales principios del derecho histórico- que cada estornudador es culpable hasta que no se demuestre lo contrario. En acciones prácticas, cuento las bajas y observo contento que la rubicunda brasilera se ha mudado tres filas adelante y del otro lado del pasillo. Esto me pone ante un nuevo escenario en el teatro de operaciones: puedo dejar de ser el estúpido pasajero del medio, ocupar el digno y sobrio asiento del pasillo y además, puedo alejarme del "Elder" Rivera y poner tierra de por medio, más bien tela de por medio, llegado el caso. Lo hago. Me suelto el cinturón, levanto el brazo del asiento, regreso a ver a mi contrincante y en medio de una sonrisa que finjo amigable y solvente le digo:<br /><br />- ahora vamos a estar más cómodos-<br /><br />Descubro, inquisitivo, intenso, escudriñador, que mi adversario, más que disuadirse por la brutalidad política y agnóstica de mi estornudo, ha entrado en un profundo conflicto entre la razón que no pide fuerza y la fe ciega del converso. Yo, conspiranoico de vocación, conocedor de los manuales de contrainteligencia de la CIA, de las técnicas de guerra psicológica y de 5a. generación, paso rapidamente del <em>blitzkrieg</em> mucoso, a la perversidad eficaz de la tortura de la mente. El "Elder"ha cometido a estas alturas varios errores garrafales. Ha dejado ver su escasa experiencia viajera y su visión ingenua de la vida, al sacar su cámara antes del despegue y tomar fotos del mismo, sin entender que <em>el uso de aparatos electrónicos como reproductores de música, cámaras digitales, teléfonos celulares, videojuegos y otros, pueden interferir en los sistemas de navegación de la aeronave</em>. Ha mostrado, luego del episodio, su mejor expresión de amor para las criaturas hermanadas en el señor, pero su hemisferio racional ha dejado escapar una, tan solo una gota de sudor sobre el labio superior. Veo, y gozo el espectáculo de la guerra sempiterna del Bien contra el Mal, hagan sus apuestas señores. Viene la azafata, reparte unos sánduches en pan integral que más llaman a la reflexión que al apetito. Elder pide Coca Cola, yo, mefistofélicamente solicito agua y acentúo malicioso:<br />- sin gas, por favor-<br />Entonces, comprendo que en el fragor de nuestra lucha, el fiel de la balanza , se ha inclinado a mi favor. Asi que decido hacerlo, en descampado, sin temor, inflamado el pecho por las mejores causas humanas -y por la gripe estacional-. Volteo la vista, sonrío, beatífico yo, hijo del Creador, hermanado con el Elder, yo leproso, sandor aquel y, seguro de la benevolencia de su magisterio, saco mi pañuelo, lo abro en un pliegue, lo extiendo, fijo la vista en el sol que se pone sobre el ala plata, ay con la frialdad de Rommel en el desierto, provoco otro estornudo, civilizado, convencional, calculado, un estornudo romántico se diría , más cercano al chasquido del M<em>áuser </em>que al bestial tronido del AK 47.<br /><br />Elder, atenazado por el hambre, resiente el golpe bajo. Mira el bocadillo, tiembla, teme, duda. Sin dar un mordisco más ni pasar el ultimo sorbo, empaqueta las sobras, cierra la botellita personal con su tapa rosca, y se levanta, intentado no hacer notar que mi gesto brutal, pero gesto hermanado en el señor, al fin, de mi humanidad, lo ha incordiado. Sobrepasa tres filas más y está en la puerta del baño. Con aire casual, levanto mi muñeca y veo su reflejo en la luna de mi reloj. El golpe ha sido demoledor. El baño tiene la señal de <em>ocupado</em> y el labio superior del Elder se encuentra perlado por gotitas de sudor brillante que delatan su lucha interior. En mi retrovisor improvisado y astuto, he visto con pánico, que en la penúltima fila del jet no hay un solo asiento libre, ¡hay dos! Veo, agitado el pulso hasta el espanto, que el Elder sale caminando del baño, aplomado, pulcro, sonriente, y cuando estoy a punto de abandonar mi alma en una imploración, al verlo acercarse a uno de los asientos libres, suspiro al ver que se acerca otra vez, como se acerca el griego a su fatalidad, a la fila 21.<br /><br />Respirando, trato de contener la vorágine de mis emociones encontradas. Ahora la pugna entre el bien y el mal ha entrado en mi campo de marte y el Elder luce fragante, limpio, sonriente y elevado y yo transpiro como un condenado escalando el cadalso hacia la muerte, y ya no respiro más que por la fosa nasal izquierda. Acuso el golpe. Camaleónico yo, mimético, me levanto casi por instinto y voy hacia el baño. Las miradas de todos, a quienes el protagonismo del Elder ha convertido en comparsas sin trascendencia, intentan clavarse en mi como cuchillos. Las esquivo, inmune en mi grandeza de batallador olímpico, ajeno a las nimiedades de pequeños aspirantes a enemigosa. Entro al pequeño baño, no sin antes intercambiar palabras con la azafata, sobre el tiempo restante para el aterrizaje en Tocúmen, Panamá. La azafata, segura en su banco abatible y en su experticia de voladora contumaz, me informa que en 5 minutos iniciamos el descenso. Hago del baño minúsculo y funcional, mi cuartel de invierno. Me repliego, lamo mis heridas, me lavo la cara con jabón líquido, desperdicio muchas toallas de papel, me sueno la naríz con vehemencia, me peino, y en signo de soberbia y sin sentido, me baño en gel antiséptico para hacérselo oler a ellos, a <em>los otros</em>., yo, el contagiado, el catarriento, el publicano.<br />Me aseguro de mostrar una impecabilidad estéticamente superior a la pudorosa y <em>midwestern</em> estética del monstruo, del Elder. Lo logro. Me siento a su lado, percibo su inseguridad y la exclamación de su espíritu, casi suena por los altavoces.<br />- señor, perdónalo porque no sabe lo que hace<br />Pero si sé lo que hago. <em>I´m a a man of wealth and taste. Pleased to meet you, hope you guess my name. </em>Las fuerzas están a la par, equilibradas, viéndose cara a cara en el campo de batalla, sin respirar, sin mover un músculo, pueblo de Irlanda. En el enemigo, un manto de serenidad parece haberse posado sobre sus nubarrones de crisis. La razón y la fe se compensan una a otra y me apuñala con una sonrisa sincera, que contiene la certeza de que no habrán más estornudos. Entonces lo entiendo. Acabo de hacer del baño mi cuartel de invierno, pero segundos antes, el Elder ha hecho su oratorio de aquél y ha establecido un pacto entre Dios y el hombre. Ha ofrecido la conservación de su virtud, de su castidad, no ya por uno, sino por dos, tres, cinco , diez años, a cambio de la inmunoresistencia al virus, a <em>mi</em> virus, que amenaza el futuro de su ministerio y de la humanidad toda.<br />Comprendiendo mi desventaja, resiento el golpe y empiezo a sanar, cómo decirlo de otro modo, milagrosamente. La congestión se ha ido, las dos fosas trabajan a todo vapor y el dolor de garganta es un triste pero lejano recuerdo. Los minutos pasan, me carcome la derrota. Pero mi mente no juega trucos baratos y relaciona con velocidad todo. Evoco mi mochila, el desorden de semanas, su abandono aparente en el compartimento de equipajes de mano. Un cigarrillo magullado, que no saqué en la mañana por el apuro, mi desodorante en spray, un poco de maskin´tape remanente de alguna obra, unos fósforos, estúpidamente obviados por el operador de los rayos x de la terminal, unas pastillas de Cert´s... Me levanto, vuelo hacia el baño, conciente de que en segundos ya no podré entrar por el inminente aterrizaje en Tocúmen, entro como el rayo, trabo el seguro, me paro en el aro del sanitario y pongo un pedazo de maskin´tape en el detector de humo, enciendo el cigarrillo y empiezo a meter el humo por la nariz, hasta que logro irritarla de nuevo, quito el maskin, acciono el desodorante para garantizarme impunidad, salgo con todas las evidencias a buen recaudo, fuerzo el diafragma y la garganta hasta casi desgarrarlos, me siento, meto la mano como casualmente al bolsillo de la chaqueta de gamuza café, y le tiendo el paquete aséptico y cerrado de Cert´s a mi némesis. El , conciente de mi pestilencia a gel antiséptico lo recibe de buen grado, lo abre morosamente, toma una pastilla entre sus dedos que trabajan por el reino de dios en este mundo y yo, ralentizado por el acetaminofén pero dolorosamente alerta, veo su mano dirigirse hacia su boca, la veo abriéndose, un hilillo de saliva diminuto entre sus incisivos y en el momento propicio y sin previa señal de alarma, estornudo sin escrúpulos, sin piedad y sin pañuelo, a 150 km. promedio esta vez, justo en el momento en que la boca alcanza el punto máximo de apertura y el azimuth adecuado. Entonces el monstruo, el Elder, mancillado de mi saliva acatarrada, prejuzgada, incomprendida, pero nunca porcina, se suelta el cinturón, se abalanza sobre mí que recibo entre carcajadas de gusto y la agonía del dolor, sus puñetazos en mi nariz, mentón, pómulos, ojos (dos) y sienes. Lo levantan de mi cuerpo adolorido pero feliz justo antes de que el avión en un par de saltos bruscos, termina de posarse en tierra panameña, <em>panameña, panameña vida mía, yo quiero que tu me lleves, al tambor de la alegría.</em><br /><em></em><br />Los oficiales se acercan, ya en tierra luego de que he sido atendido con excesiva y sensual amabilidad por una intimidante enfermera mulata y me preguntan amablemente si voy a poner cargos contra el agresor. Les digo, magnánimo yo, de mis cenizas levantado, que un par de dias de prisión preventiva serían suficientes, que pienso obviar las acusaciones discriminatorias de <em>hijo de puta, comunista, ateo y degenerado,</em> al fin y al cabo, el pánico a volar produce reacciones violentas en algunas personas, y quien sabe, hermano, un día de esos uno amanece con el pie izquierdo y puede hacer locuras también...</div>Manuel Jiménez Carrerahttp://www.blogger.com/profile/13570799182104918687noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-6948361722451113565.post-56548889560680763552009-09-14T14:26:00.000-07:002009-09-23T10:06:51.388-07:00RADIKAL POÉTIKAGato en callejón<br />in and out alley cat<br />la poétika ataca<br />cuando debe, cuando puede<br />saltando de las sombras,<br />bombardeando<br />falsos positivos<br />hasta dejar en astillas sus huesos<br />cambiando la piel y la ternura<br />por manchones de sangre marrón<br />y fotos en tiempo real<br />de cupidos y querubes apuñalados<br />deshechos en jirones de violencia,<br />cuatro agujas en la cabeza,<br />mi cabeza<br />cuatro pinchazos certeros<br />cuatro piedras<br />en la vuelta más recóndita<br />del intestino,<br />del colon,<br />del ventrículo que guarda la verdad<br /><br />el amor y la muerte,<br />cadáveres sangrantes<br />la noche se pone,<br />ya viene el solManuel Jiménez Carrerahttp://www.blogger.com/profile/13570799182104918687noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-6948361722451113565.post-18229087866299108072009-07-03T09:36:00.000-07:002009-07-03T09:51:46.584-07:00SOMBRAS DEL CERRO DE ORO<div style="text-align: justify;">La noche había resultado agotadora en medio se sombras de fantasma y recuerdos rancios. Raquel abrazó fuertemente la almohada luego de autorizarle cinco minutos extra al despertador. No sabía decir en ese lapso se durmió o se despertó, pero recuerda con claridad el momento en que el piquete de la guardia rural la encontró en pijama arrastrando con cadenas una manada de cinco dragones domesticados, que pisaban torpemente el plantío de lechugas del teniente político de aquel pueblito, al tiempo que sus alientos cocinaban los últimos rescoldos del naranjal aledaño, y aterrorizaban a las niñas que a esa hora llegaban a la escuelita primaria. A pesar de una jugosa oferta editorial en euros y otra filmográfica en dólares, Raquel jura hasta hoy no saber nada acerca del arte de domesticar dragones.</div>Manuel Jiménez Carrerahttp://www.blogger.com/profile/13570799182104918687noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-6948361722451113565.post-61243859501612365642009-06-28T22:14:00.000-07:002009-06-28T23:04:48.168-07:00CINTURA DE AMÉRICA, CORAZÓN DEL FUTURO<div align="right"><em><span style="font-family:times new roman;">Te desmoronan hijos y gusanos,</span></em></div><div align="right"><em><span style="font-family:times new roman;">se extienden sobre ti las alimañas</span></em></div><div align="right"><em><span style="font-family:times new roman;">y una tenaza te arrebata el sueño</span></em></div><div align="right"><em><span style="font-family:times new roman;">y un puñal con tu sangre te salpica</span></em></div><div align="right"><em><span style="font-family:times new roman;">mientras se despedaza tu estandarte.<br /></span></div></em><div align="right"><em><span style="font-family:times new roman;">Alta es la noche y Morazán vigila.</span></em></div><div align="right"><span style="font-family:times new roman;">Pablo Neruda</span></div><div align="right"> </div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify">Me impresiónó hondamente la cumbre de la OEA de hace unos días, por varias cosas simultáneas: La readmisión de Cuba, el discurso vibrante del canciller venezolano, la fuerza de las palabras de la canciller hondureña, los nuevos vientos que corren en la otrora recadera del imperio. Pero hubo un detalle que me conmovío, y era el rótulo en panaflex que estaba en la pared posterior y que decía: "La NO violencia". </div><div align="justify"> </div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify">El golpe torpe, simiesco y brutal contra Honduras y contra todos los pueblos de la Patria Grande, contrasta con aquellos días esperanzadores, en el corazón de uno de los países más pobres de la tierra. La escena bien podría desarrollarse en Bolivia, Ecuador o Venezuela: cambie al cerdo corrupto de Micheletti por cualquiera de los conspiradores de aquellos países y ponga limón al gusto, la receta es exactamente igual. Se compone de: voracidad transnacional, atracadores de fondos públicos, monopolios productivos y financieros, partidejos lacayos y prensa corrupta y desinformadora.</div><div align="justify"> </div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify">El discurso anodino y grasiento que profirió el cerdo Micheleti al asumir el mando usurpado por la soldadesca, recuerda la misma cantaleta cansina y sin sal con que se pretendió seguir engañando a los pueblos de la América. La torpeza, enorme como la voracidad de las élites latinoamericanas, consiste en la falta absoluta de <em>timing</em> de estas élites malolientes. Si uno se para en las vías del tren y estira una manito gorda para detener una locomotora, será recordado más como imbécil que como audaz. El tren de la historia y de la revolución no se detiene ya, señores gorilas bananeros y grasientos representates de las oligarquías.</div><div align="justify"> </div><div align="justify"></div><div align="justify">Esta es más que una época de cambio, un cambio de época, en palabras de Rafael Correa. La inmediata reunión del ALBA, las declaraciones contundentes de los presidentes latinoamericanos y la reacción de la gente hondureña que avanza en caravanas hacia Tegucigalpa, lo confirma.</div><div align="justify">Cortaron, al mejor estilo de lo aprendido en la Escuela de las Américas, y en las becas a Washington, los servicios básicos, la electricidad y sobre todo la telefonía. Así, han supuesto estos simios ignorantes, que retrasarían la respuesta del pueblo y la interacción social por via de celulares, internet y redes sociales. Craso error, émulos ridículos de Pinochet y Galtieri. Ya veremos como el lema de la cumbre 39 de la OEA, la NO violencia, empieza a ser metodología de resistencia civil.</div><div align="justify"> </div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify">Veo varias acciones en el horizonte, que creo acertadas:</div><div align="justify"> </div><div align="justify"></div><div align="justify">_ Presión latinoamericana sólida y unitaria</div><div align="justify">- Cierre de fronteras en Guatemala, El Salvador y Nicaragua</div><div align="justify">- Convocatoria local a huelga nacional indefinida</div><div align="justify"></div><div align="justify">Por parte de la reacción hondureña, quedan pocas fichas por mover. Lamentablemente, para desmoralizar las acciones de resistencia civil, solo les quedará la posibilidad de imponer terror a través de los carcelazos, las golpizas y la muerte de civiles. Esto aislará aún más a Honduras y enervará los ánimos de los manifestantes. Es posible también que haya un cisma en las fuerzas armadas hondureñas, entre la alta oficialidad y la tropa, lo cual será indefectiblemente alimentado por la gente en las calles. Finalmente, con el restablecimiento de las comunicaciones, habrá un caudal de información circulando, que probablemente intentarán controlar y restringir. Hoy por hoy, no se puede acceder a algunos sitios web hondureños, como <a href="http://www.msps.gob.hn/">http://www.msps.gob.hn/</a>, website oficial de la municipalidad de San Pedro Sula, entre otros muchos bloqueados, lo que demuestra que la orquestación de la asonada viene de hace largo tiempo.</div><div align="justify"> </div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify">Pretender que el golpe militar y oligárquico contra el pueblo hondureño es un acto en defensa de la democracia, es propio de imbéciles que no tienen respeto ni por su propia imagen política. Ya se sienten voces que se levantan como marejada en toda la Patria Grande. Hay que ir más allá. Una computadora con acceso a la web hace hoy en día mucho más que un AK-47, porque nos da la posibilidad de intervenir globalmente en procesos locales que nos competen, como el de Honduras. Blogs, mensajes, posts, son las nuevas armas del viejo y querido internacionalismo solidario. </div><div align="justify"> </div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify">Y a los torpes y retardatarios golpistas, más les vale dejar paso a los cambios que nuestros pueblos realizan en democracia, porque el tren no se para con la mano, ni aunque la mano esté armada de porras y fusiles. El cambio está aquí y no vamos a dar ni un paso hacia el pasado. Sépanlo los separatistas de Bolivia, las oligarquías financieras del Ecuador, y los pitiyanquis en Venezuela. <em>Alta es la noche y Morazán vigila</em>.</div>Manuel Jiménez Carrerahttp://www.blogger.com/profile/13570799182104918687noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6948361722451113565.post-8954910234694876272009-06-28T20:40:00.000-07:002009-06-28T22:13:31.944-07:00LA PENÚLTIMA PARADA<div align="justify">El olor acre, mezcla de sudor de un día de juegos y de frutas rancias de lonchera , llenaba el aire del autobús y no dejaba casi espacio para pensar en otra cosa que no fueran las ganas de largarse. Lo recuerdo muy bien. Era uno de esos buses trompudos, que tenía una jiba enorme en medio del corredor, con un motor ruidoso gruñendo con esfuerzo, debajo de su caparazón de lata y corosil. Arriba del espejo retrovisor, una tapa larga de tol lucía un hermoso emblema del fabricante de la carrocería. Decía "Wayne", en medio de una especie de corona principesca. Todos los niños hacíamos de aquel cacharro antediluviano la extensión del último recreo y del patio de la escuela. Los que ocupaban el asiento delante de mi competían por ver quien ejecutaba con mayor perfección su propia interpretación del <em>hit</em> del momento, que se llamaba "Pop Corn". La gracia consistía en hacerlo abriendo la boca en redondo, como pez, y sacando notas del golpeteo de los dedos en las mejillas. En la radio sonaba "The night Chicago died"y yo pensaba que aquella banda debía ser la mejor del planeta tierra y mundos aledaños.</div><div align="justify"> </div><div align="justify">Yo solía ir sentado solo, hacia la mitad del autobús, al lado derecho. Me gustaba ver cómo se divertían los chicos mayores y me aún más me gustaba ver la calle a través de la ventana corrediza vertical con que limitaba mi asiento del bus y dejar a mi mente escapar por ella a la primera oportunidad en que todos vieran para otro lado. Empezaba por flotar en el asiento, y así, levitando, abría la ventana y salía flotando en el lapso del desembarco de algún niño del bus. Luego estiraba los brazos hacia adelante y empezaba a volar a unos cuarenta centímetros del suelo. Siempre me figuraba mis aventuras imaginarias como titulares de la prensa: "Nuevo superhéroe salva la ciudad", "Niño volador sorprende a la capital al mediodia de ayer". Volaba bajito, bajito. Cuando llegaba a ese punto me invadía una placidez dulcísima y me dejaba resbalar un poco, entre la maleta de cuero y la pared metálica de la carrocería, hasta que delante de mis ojos solo estaba el respaldo del asiento delantero y no veía a nadie y nadie me veía a mi. Así podía volar impunemente hasta llegar a la casa, admirado por las niñas más bonitas del colegio y por todos mis amigos que por aquel entonces no pasaban de tres.</div><div align="justify"> </div><div align="justify">Al día siguiente, iba a la parada de bus de mano de la Carmelita, que era la empleada que me cuidaba, y le iba contando todas las hazañas que había realizado el día anterior, seguro de que en su inmensa ternura de señora gorda, cabía espacio para el anonimato de mi verdadera identidad. Mi confidente entonces abría unos ojos enormes y me decía - ¡¿Ah siiiiii?!- con una mezcla de estupor, complicidad y respeto, que me daba fuerzas para llegar a la escuela a enfrentarme con el archivillano engominado de mi profesor de cuarto grado, que se llamaba Fernando algo y que nunca tuvo el gusto de verme soltar una lágrima cuando me levantaba de las patillas "para que conozca el mundo" según le gustaba repetir. Yo era un superhéroe, la verdad sea dicha, muy noble. Nunca usé mis superpoderes para reventar al profesor Fernando algo, ni al Ríos, que una vez me ahorcó delante de mis amigos, aunque luego seguimos siendo amigos.</div><div align="justify"> </div><div align="justify">Era muy lindo volar bajito y salvar a las niñas, y recibir dulces de las abuelitas luego de salvar a la ciudad de un meteorito, detener a una banda de robaniños, o lanzar al espacio exterior al Coronel Chupina, que se llamaba asi de verdad y era un torturador siniestro que vivía a pocos pasos de mi casa y a quien en mis ocho largos años de vida, nunca le ví soltar una sonrisa y por eso le tenía terror. Fue por aquel tiempo en que , como todo superhéroe, descubrí que tenía una Némesis, una Kryptonita, un archivillano arcano al que no podía doblegar. Aparecía cuando bajaba del bus y recorría desde la esquina, donde estaba la cantina de Don Paco, hasta mi casa. Era un sentimiento extraño, que corría desde la parte baja de la panza y se instalaba en el centro del pecho. Entonces sabía que me quedaban segundos para llegar a casa, golpear el portón de lata y recibir la salvación en el abrazo de mi mamá. No sabía como se llamaba eso, pero estaba seguro que era de la misma naturaleza que los cristales verdes que tanto jodían a Supermán. </div><div align="justify"> </div><div align="justify">Nunca esperé más gratitud que una sonrisa o una palmada en el hombro, pues era un superhéroe a la antigua, es decir con valores. Mientras tanto, crecí un poco y en proporción, aprendí a volar más alto y a acometer tareas mayores: rescataba familias de autos accidentados y en llamas, desviaba misiles en países lejanos, y salvaba al hipopótamo del zoológico de morir atragantado con una pelota. Pero el tiempo, implacable, fue haciendo mella en mi, con su asedio de anticuerpo que me combatía con su sustancia letal. Entonces un día, cuando ya la niñez era algo que padecían otros y yo no, lo supe. Me senté en una vereda y supe, a mis quince, que aquello que me roía la vida se llamaba tristeza, y que cuando nadie venía al recate y trayendo un antídoto adecuado, se iba conviritiendo en algo más mortífero y mortal, que los grandes llamaban desolación.</div><div align="justify"> </div><div align="justify">Pero, como los superhéroes también maduran y se hacen más sabios y nunca dejan de ser buenos de raíz, aprendí a convivir con ellas, con la tristeza y la desolación. Venían a la salida de las fiestas, o cuando los amigos se habían ido, o cuando una niña esquiva me rompía el corazón o simplemente llegaban cuando les daba la gana de venir. Y como el superhéroe que solía ser, hasta la penúltima parada antes de casa , sé que mis enemigos están ahi, siempre al acecho, que estarán alli siempre y que no se irán. Que son los cables de los que quedo suspendido cuando he sido abatido por un villano vil. Que cuando ya no estén, ya no habrá nada de que quedar suspendido evitando el vacío, y será el fin. Pero aún entonces, cuando ya no quede ni la tristeza para sostenerme, me levantaré de mi asiento, levitaré un poco para abrir la ventana y entonces, ya sin nadie para atestiguarlo, volaré bajito, bajito por horas, hacia un sol rojizo de media tarde , con mi capa al viento y el recuerdo del cariño de papá, del abrazo de mamá y en la confianza de que Carmelita, mi fiel Carmelita, nunca, pero nunca jamás, revelará el secreto de mi verdadera identidad.</div>Manuel Jiménez Carrerahttp://www.blogger.com/profile/13570799182104918687noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-6948361722451113565.post-48833346001658505412009-06-18T22:19:00.000-07:002009-06-18T23:32:34.874-07:00LOS DIENTES DE LA NOCHE<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg-yu1N_3y1npWZjDEztAUhP-qcup1K_C_BE5IuMcvjH_TD6kHWj3mFwK_b3I1rkOWX2qbxRnmWNq8UwxwO1hC50bZqtuybd56rMBpNVaV8mMPkq00UPyZVvo-3taT-5bDd0xIu9hgZ9Ao/s1600-h/EN_BLANCO_Y_NEGRO.jpg"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5348922363323312210" style="DISPLAY: block; MARGIN: 0px auto 10px; WIDTH: 400px; CURSOR: hand; HEIGHT: 300px; TEXT-ALIGN: center" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg-yu1N_3y1npWZjDEztAUhP-qcup1K_C_BE5IuMcvjH_TD6kHWj3mFwK_b3I1rkOWX2qbxRnmWNq8UwxwO1hC50bZqtuybd56rMBpNVaV8mMPkq00UPyZVvo-3taT-5bDd0xIu9hgZ9Ao/s400/EN_BLANCO_Y_NEGRO.jpg" border="0" /></a> El último acorde de la Gibson sonó como un campanazo. Las baquetas cayeron al suelo mientras las manos del baterista detenían la vibración terminal de los platos, en el último fraseo de <em>Come together.</em> Un olor acre, a demasiada gente, invadió la pequeña suite. El de la guitarra miró al del bajo,por debajo de los anteojos. El baterista esquivó los ojos del bajista, simulando ajustar la altura de la silla. El de la rítmica salió a orinar mientras fingía atender una llamada. Entonces el del bajo apoyó cuidadosamente el instrumento sobre el soporte y fingiendo una serenidad que no tenía, dijo al del micrófono:<br /><br /><div align="justify"></div><div align="justify">- hermano, lamento decirte que hemos decidido pedirte que dejes la banda</div><div align="justify"></div><br /><div align="justify">El cantante sonrió casi con afecto, desenchufó el micrófono de la consola, enrolló el cable cuidadosamente, limpió con un paño verde la Hohner Blues Band y la guardó en el bolsillo izquierdo de la camisa. Bajó las gradas, acarició por última vez al perro del garage y salió a la calle. La noche, mascota colosal de los dioses, lo mordió juguetona. Abrió la alcantarilla y siendo el octavo día, descendió a los infiernos cantando.</div><div align="justify"></div><br /><div align="justify">El conductor de un camión que pasaba aseguró a la patrulla policial que de la alcantarilla salía en perfecto estéreo, un estribillo que decía:</div><div align="justify"></div><br /><div align="justify"><em>Jai guru deva om </em></div><div align="justify"><em>Nothing's gonna change my world </em></div><div align="justify"><em>Nothing's gonna change my world... </em></div>Manuel Jiménez Carrerahttp://www.blogger.com/profile/13570799182104918687noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6948361722451113565.post-85400207042963414542009-05-30T13:04:00.000-07:002009-05-30T13:53:18.741-07:00RESET<div align="justify">Estacionó el automovil unos pasos más allá del puente. Se paró en el borde del barandal y calculó: viento desde el nornordeste a 14 nudos. Distancia al lecho rocoso: 47.23 m. hasta la roca de referencia. Se lanzó y lo único que sintió es que los archivos de su vida iban pasando aceleradamente, como si se transfirieran a un respaldo mayor. El impacto salpicó de sangre, huesos y cabellos algunas piedras del lecho. Lo último que observó antes de cerrar el único ojo que conservaba su cráneo fue un patrón de color, estática y un mensaje en fondo azul que decía<br /><br />-windows ha incurrido en un error grave y se cerrará en este momento.</div>Manuel Jiménez Carrerahttp://www.blogger.com/profile/13570799182104918687noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-6948361722451113565.post-79894774561793350262009-05-30T11:36:00.000-07:002009-05-30T13:04:17.390-07:00<object width="425" height="344"><param name="movie" value="http://www.youtube.com/v/-LRL2iy6FYE&hl=es&fs=1"></param><param name="allowFullScreen" value="true"></param><param name="allowscriptaccess" value="always"></param><embed src="http://www.youtube.com/v/-LRL2iy6FYE&hl=es&fs=1" type="application/x-shockwave-flash" allowscriptaccess="always" allowfullscreen="true" width="425" height="344"></embed></object>Manuel Jiménez Carrerahttp://www.blogger.com/profile/13570799182104918687noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6948361722451113565.post-70245091487749489722009-05-28T21:48:00.000-07:002009-05-29T08:53:02.530-07:00TERAPIA DE SHOCK<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiU6uRn5ooakA4tTQ3g9snWLFZH7beGe172iXjjmU8v_ggs9UzE_piEezNLByTE4nwpDtYZulBRnS2UsEAIuPWYKnNvBU95cZ7F88PT5QFqibgA5s8z0MGHSalo-_IKt89aLGUWcF7Xo4A/s1600-h/lluvianf5.jpg"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5341143687554936418" style="DISPLAY: block; MARGIN: 0px auto 10px; WIDTH: 200px; CURSOR: hand; HEIGHT: 198px; TEXT-ALIGN: center" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiU6uRn5ooakA4tTQ3g9snWLFZH7beGe172iXjjmU8v_ggs9UzE_piEezNLByTE4nwpDtYZulBRnS2UsEAIuPWYKnNvBU95cZ7F88PT5QFqibgA5s8z0MGHSalo-_IKt89aLGUWcF7Xo4A/s200/lluvianf5.jpg" border="0" /></a> Miró las estrellas recién anochecidas con la certeza de que por última vez, su ansiedad crónica convertiría ese cielo en una cárcel. Cinco veces su sueldo de gerente por el programa <em>premium</em> de reimplantación de personalidad, debería significar que una nueva y estupenda vida estaba a escasas horas de comenzar. Esa misma noche se soñó hundido hasta la cintura en un rio tibio que le empapaba el casimir gris del traje, sus mocasines de cuero hundiéndose sin remedio en el cieno del fondo. El ataque del caimán flotando a pocos metros, con los ojos fijos sobre su cuerpo convulso por la desesperación le hizo sacudir el pie derecho con violencia. Despertó sobresaltado y ansioso justo antes de recibir la mordida.<br /><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><br /><div align="justify">Entró a la oficina de Mindscape Inc., fresco aún el cuerpo recién bañado, afeitado a ras el rostro. Una tensión sorda, casi familiar eclipsò el incipiente optimismo. Lo último que pudo recordar fue a los dos hombres fornidos vestidos de aséptico blanco inmovilizándolo sobre una camilla. Cuando despertó, - talvez han pasado tres o cuatro días pensó -, sus recuerdos eran cortos e inciertos: destellos sobreexpuestos de correas alrededor de su cuerpo, imágenes con flash de conos de cartón forrando sus dedos, una luz permanente e insoportable interrumpiendo su sueño con espasmos blancos, las picanas eléctricas sobre el cuerpo y la cabeza. Nunca supo si lo soñó o lo imaginó, pero el alivio de no ser capaz ahora de sentir la mínima ansiedad se convirtió en la única sensación posible.</div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><br /><div align="justify">Durmió como no lo hacía desde sus tiempos de universidad. Soñó nítidamente con una serpiente de rombos rojizos sobre el lomo, sibilante entre la arena de un desierto casi en llamas. La vigilia no alcanzó a salvarlo esta vez y el doble aguijonazo en la pantorrilla lo despertó a mitad del espanto de la huída y lo arrojó con delicadeza a una vigilia mansa, algodonosa y feliz, que no menguó en toda la mañana a pesar de los informes contables, la reunión de directorio, los cerros de documentos, y un cheque sin fondos<em>.</em></div><div align="justify"><em></em></div><div align="justify"><em></em></div><div align="justify"><em></em></div><br /><div align="justify"><em></em></div><br /><div align="justify">Salió de la oficina más temprano que lo habitual. Cuando Raquel subió al automóvil, seis minutos después, el olor a perfume convirtió en espléndida aquella primera tarde del verano. El cuerpo de mujer que iba liberando la escasa ropa al caer al piso le llevó desde la calma hacia una especie de dicha que nunca hasta entonces recordaba haber sentido. Dejó caer el pantalón sobre el sillón de microfibra roja, se sentó en el borde de la cama para sacarse los calcetines y en el preciso instante en que una ráfaga de pánico subió por su espalda, alcanzó a ver la piel tirante y amoratada, con dos rubíes de sangre espesa y seca ën mitad de la pantorrilla, mientras Raquel, le decía con voz dulce</div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><br /><div align="justify">-Mi vida, llenaste de lodo tus zapatos favoritos-.</div><br /><div align="justify"></div><br /><div align="justify"></div>Manuel Jiménez Carrerahttp://www.blogger.com/profile/13570799182104918687noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-6948361722451113565.post-87093158703579796342009-05-08T10:54:00.000-07:002009-05-08T22:02:31.873-07:00EL FIN DEL MEDIODÍA<div align="justify"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgodUjlKNPgtUsAQzMrYUp_8cwDNawPMrA6cl9Ru-2bdFMKy6JDS8Az98e9mU6O6fCh__78rx5VPyOJcrbr8ziSs7QD976Zw8GqK5MFz7TEif0VdRl06pd1QkVHSOfGqBTpHNWOMMEOWNE/s1600-h/StreetSense.jpg"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5333684845679481010" style="DISPLAY: block; MARGIN: 0px auto 10px; WIDTH: 200px; CURSOR: hand; HEIGHT: 184px; TEXT-ALIGN: center" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgodUjlKNPgtUsAQzMrYUp_8cwDNawPMrA6cl9Ru-2bdFMKy6JDS8Az98e9mU6O6fCh__78rx5VPyOJcrbr8ziSs7QD976Zw8GqK5MFz7TEif0VdRl06pd1QkVHSOfGqBTpHNWOMMEOWNE/s200/StreetSense.jpg" border="0" /></a> El viejo aceleró la moto y el bramido despertó las flores de tilo que dormían en la en la acera. Una vibración parecida al placer le recorrió desde la entrepierna hasta el ombligo tatuado con un mandala. Llegó a la esquina de su casa, de la que hasta ahora fuera su casa, sabiendo que sería la última vez que cruzaría la avenida. Sin remordimiento giró el manillar a la izquierda y enfiló entre los autos casi quietos por la congestión de la hora pico. El sol de la una y media le abrasó los pómulos, manchados por los años y el sol de la carretera. Nadie dijo adiós, en casa no había nadie más que él desde hacía meses. El último contacto con <em>los otros</em>, había sido un mensaje del operador celular informando de una promoción de cerveza -la segunda es gratis- en un bar temático de deportes, pero de eso hacían ya veinte días. Engranó la tercera con el empeine y la moto alcanzó las 70 millas por hora con facilidad al invadir el carril exlusivo del trolebús. Cuando paso de las 80, lo que momentos antes notó se convirtió en una certeza pesada. La ciudad había empezado a enlentecer, ralentizada y espesa, como paciente de un conjuro secular o víctima de una glaciación sin frío, como si el engranaje del universo hubiese acabado de perder sin remedio, la última gota del lubricante inmemorial. Al llegar a los 90, ya en cuarta, los semáforos habían quedado mudos, señalando hasta su extinción el último color que les permitiera el destino: una esquina verde, otra amarilla, la siguiente roja. Los autos dejaban flotar la última exhalación de monóxido e iban quedando inmóviles, lo mismo que todo ser vivo, semivivo e inerte. Siete estudiantes, chicos y chicas, mostraban sus sonrisas de macabro polaroid al medio de la calzada frente al instituto de francés. Un vendedor de recargas celulares, cojo y sin afeitar, saltaba para siempre entre dos autos, desafiando la gravedad, con la cadera ladeada y sostenido en la punta de un viejo zapato blanco y roto . Un perro -o quizás ya su espectro- flotaba en la reja de un garage, sorprendido por la quietud en mitad del ladrido con que amenazó por última vez a la mucama vestida con delantal de cuadritos celestes y blancos que como todos los días, esperaba que bajara del bus escolar el niño de alguna casa vecina. De la manija del bus colgaba un adolescente con el cabello largo y miel volando a perpetuidad hacia adelante, paralelo a la mochila verde agua y amarilla, que ya nunca terminaría de bajar del expreso.<br /><br />Varios dias deambuló el viejo por las calles repletas de maniquíes de piel y hueso, autos y moscas suspendidas. Comió, bebió, tomo, probó y tocó cuanto quiso hasta que ya no le quedó ilusión de tocar, tomar o beber nada más. Pateó y violentó todas las puertas que hasta poco antes le habían sido esquivas. El sol, pausado también por la hecatombe, no se puso más, ni el viento, aquel cadáver invisible, volvió a levantar un solo grano de polvo más.<br /><div align="justify"><br />Al pasar por el boulevard florido que bordeaba el cementerio municipal, su mente se turbó, invadida por la clarinada de una comprensión brutal. Leyó, como quien busca huír del hastío y la desesperanza, el párrafo resaltado de un folletín que alguien había descuidado y que reposaba cercano al borde de una fuente, sin terminar de caer: "La muerte es un traje a medida. A imagen de cada vida, a semejanza de cada quién" No quiso saber de quien era la cita. Habían pasado ya días y no sabía si era viernes en la mañana o domingo al salir la tarde. El olor a cadaverina le abofeteó y vio que los colores empezaban a desvanecer en las caras desvahídas y en los tabloides vespertinos que hace solo dias se empezaban a vender frescos y olorosos a tinta y hoy amarillaban resecos. El viejo comprendió, en las estribaciones de su vida levantada sobre la sombra fatal de la soledad, que su muerte tenía que ser esto, porque su vida había sido aquello: atestiguar la muerte de todo lo conocido y ser condenado a sobrevivir a todo y a todos, hasta que ya no quedara nada en pie, hasta que los edificios comenzaran a colapsar solos, y los balcones poblaran los techos de los autos y las banquetas, hasta que los cadáveres de quienes amó se fueran desvaneciendo en polvo y amasijos de motas de algodón y epitelios y los hierros de los coches se llenaran de herrumbre y orín. Un día, todo sería ruina, todo el mundo conocido se volvería pasto de la nada, menos él, a quien nadie podría ya redimir ni aliviar del fardo de su sentencia alucinada.</div><br /><div align="justify"></div><br /><div align="justify">Entonces, el viejo apartó del pequeño remanso de sombra una bicicleta de niña y se dejó caer sentado, casi sin aliento en el filo de la acera, la cabeza entre los dedos, y por primera vez desde que enviudara diecisiete años antes, lloró hasta que la última lágrima y la última tibieza terminaron de desvanecerse entre sus mejillas y sus dedos ajados e inermes.</div></div>Manuel Jiménez Carrerahttp://www.blogger.com/profile/13570799182104918687noreply@blogger.com7