martes, 5 de mayo de 2009

DIOS DEL OLVIDO

La ciudad es otra, pero familiar. Alguien dentro mío reconoce las calles a medida que entro, extranjero en ellas. Hace ya casi 18 años que la recorrí, pero entonces estaba en llamas. Hoy hace frío, aunque el sol que me quema no lo sabe. Ella es un recuerdo lejano, pero el escenario es el mismo y la mente hace cortocircuitos por la escena casi igual pero con un drama diferente. Podría decir, como el poeta, los versos más tristes, pero no tendría sentido. Al atardecer, la tristeza ya no querrá quedarse, como antes quiso quedarse el amor en esta ciudad de Colombia. Otros seres ha traido el tiempo desde alguna parte, para habitarme el presente y el olvido sigue siendo el olvido, tan traidor, tan hijo de puta. Tu pelo al viento y tu cintura cimbreante ya no van a volver, hace tantos años ya. Yo tampoco voy a volver porque ya he vuelto de aquella noche del tiempo que ya no duele, porque el duelo ha sido vasto y extrañamente largo. El chico que fui ha muerto y me he parido yo mismo, chico de nuevo, pero otro. Los niños gritan y disputan mi atención con una chaqueta de tweed exhibida en una vidriera. ¡Tanto has cambiado este lugar y tan poco, dios menor, dios del olvido!

1 comentario:

Nina de Quito dijo...

Bien dice Joaquín Sabina que "... al lugar donde has sido feliz, no debieras tratar de volver".