jueves, 1 de octubre de 2009

CARNE DE FRONTERA

El Tica Bus es cómodo, enorme y climatizado. El viaje se desarrolla con morosidad y bajo ramalazos de agua, me hace evocar un abanico de recuerdos ajenos . El paso de frontera es muy ordenado y se deja Guatemala con la sensación de que no se la deja , pues la línea que la separa de El Salvador es inútil porque en la realidad, no divide casi nada. El ser ecuatoriano en esta raya arbitraria implica muchas cosas, ninguna de ellas favorable para el viaje. El revisor salvadoreño sube chequeando de puesto en puesto los pasaportes y las cédulas. Es cosa de segundos para los gringos, las francesas, el canadiense, los nacionales y los guatemaltecos. Me animo al ver que está por terminar, pero pronto se me va el entusiasmo cuando observo que revisa mi pasaporte con meticulosidad casi científica. Lo lee página por página, rasgo por rasgo, sello por sello. Comenta para si mismo:

- estos colores están muy vivos... - Se refiere a mi visado guatemalteco, estampado en el consulado chapín en Quito.

Mientras, me he puesto de pie, en parte para estirar las piernas y en parte para demostrar seguridad ante el escrutador funcionario.

- estuvo en Venezuela...

Le contesto con un si afilado y cortante, que le hace notar que fue en 1999 y que en ese año, estar en Venezuela solo significaba estar en Venezuela.

- Tiene visa americana...

En el exacto momento en que voy a decirle que si, pero que caducada, cambia la página y yo sobre la marcha cambio el guión y le respondo solo con un despectivo "Si".

- Mire Don, ahí al lado de la venta de pupusas, hay un ciber, sáquele copias a las páginas 1, 8 y 9 y regrese.

Bajo de un salto las escaleras del Tica Bus y atravieso la Panamericana en tres trancos. Saco las copias y me cobran 20 centavos de dólar. Me siento en casa. Giro, corro y me detengo a comprar un paquete de pupusas de a 3 por un dólar. Subo al Tica Bus con mi trofeo aún caliente en la mano derecha, y las pupusas en la izquierda.

- Mire Don- le digo- Aquí están las copias-

- Ah, vah, ta bueno. Espéreme un momentito Don.
Está cargándole la mano un poco al gringuito de atrás que va con un nacional. No sé si son una pareja gay o un par de predicadores, también gays, pero no emparejados.

-Ahora, atrás de la copia, póngale su nombre, los días que va a permanecer en El Salvador y la dirección a la que va a llegar. ¿Va a llegar a hotel?. Cometo el error de decirle que no, que llegaré a casa de amigos. Caigo en cuenta que tengo en el bolsillo la dirección de un hotel que anoté por si acaso, pero es muy tarde para dudar.

-espéreme un momentito- le digo, -voy a llamar a mi amiga para que me diga la dirección.

Marco el teléfono desde mi celular.

-Olguita, hola, estoy en migración en el paso de frontera, necesito con urgencia tu dirección

El bus entero empieza a molestarse, no con el revisor, sino con el extranjero, ya incómodo a estas alturas.

Mientras anoto apuradamente la dirección en el papel, bajo la mirada atenta del revisor, que busca de algún signo de duda o nerviosismo, ocurre. Se cae al suelo la batería del teléfono y la escena de mi llamada parece absurdamente falsa, porque he seguido hablando mientras la batería ya estaba en el suelo. Me siento perdido, e imagino que protagonizo la secuela de "Expreso de Medianoche" en versión mesoamericana. Antes de que el pánico progrese, el gendarme me dice

- Vah pues, bienvenido al Salvador.

Me siento aliviado, libre de la inminente cárcel turco- guanaca. El Tica Bus avanza contento hacia un atardecer glorioso, de postal, y en poco tiempo un letrero verde anuncia la cercanía de Santa Ana. Miro el maravilloso paisaje y me emociono recordando que mis padres vivieron su luna de miel y un año más, en esa ciudad. También me asaltan los recuerdos de la insurgencia y la guerra y todo se vuelve un mix coctelero que ataca directo al corazón. Abro el envoltorio de espuma y plástico de las pupusas y me llevo la la boca mi primer bocado del almuerzo, a las 5 pm. El infierno eterno ha comenzado en mis labios, lengua y paladar.

- ¡La gran puta, esto está que quema! digo a voz en cuello
- Desde hace demasiado , joven, desde hace demasiado...- me responde la señora del asiento de atrás

1 comentario:

Gabipallares dijo...

Mú güeno, mú güeno!